El boxeo siempre ha sido utilizado como un gran pretexto para contar, como base, otras historias en el cine. Basta con mencionar a Rocky para saber que más que una película sobre este deporte, se trata de un camino de superación personal. El boxeo, a lo largo de las películas, ha servido como una metáfora de las luchas internas que todos los humanos atraviesan aunque sea una vez en la vida; es decir, la existencia duele, te vas a caer, te vas a sentir agotado y sin esperanza, pero te debes levantar como si se tratara de una obligación casi inherente a la naturaleza del hombre.
Por eso, no es de extrañarse que el director mexicano Kyzza Terrazas, en su segundo largometraje de ficción titulado Bayoneta, retome este deporte para conversar sobre algunos temas de actualidad que nos conciernen a todos. Esta película protagonizada por Luis Gerardo Méndez, presenta la historia de Miguel ‘Bayoneta’ Galíndez, un exboxeador mexicano que después de vivir una tragedia en su profesión –de forma consciente–, “huye” a un alejado pueblo en Finlandia donde se dedica a entrenar nuevos boxeadores. ¿Por qué Triku, ciudad finlandesa? La respuesta es la desolación y el sentimiento de culpa que la soledad trae consigo.
Kyzza Terrazas formuló una perspectiva totalmente nueva para comprender todas las vertientes del fenómeno migratorio que no sólo se vive en México y el paso de los migrantes hacia Estados Unidos, sino en todo el mundo. La crisis humanitaria que se vive actualmente, ha llegado a todas partes. Basta mirar la desesperación de los centroamericanos o sirios, para saber que no se trata de un fenómeno actual, sino de algo más grave que debemos analizar. En Bayoneta, el guión y la fotografía construyen el entorno de Mickey, quien, como mencionamos, huyó a Finlandia para alejarse de la culpa. Sin embargo, no se trata de un camino que se emprende por necesidad económica o de seguridad, sino emocional. Y aunque la diferencia podría ser abismal entre unas y otras, se trata de personas que abandonan su cultura, su idioma y todo lo conocido, por la búsqueda de algo mejor, algo que les dé esperanza.
Pero no siempre es así, sino es que la mayoría de las veces. Bayoneta y cualquier migrante, se enfrentan a un choque cultural sin precedentes, a un clima extremo y desconocido, a los insultos, a lo ajeno y a la soledad. Es decir, la necesidad de pertenecer, sea cual sea la razón, siempre será la misma. Mickey se castiga en el crudo invierno de un país nórdico, en un idioma que desconoce totalmente y con la culpa repartida de haber matado a un hombre cuando revela, en una de las escenas finales, que hizo trampa (como si burlara una frontera entre la aceptación y la culpa). Mientras el migrante que conocemos, aquel que construye el imaginario actual de racismo, discriminación e intolerancia, se castiga con la partida y la culpa de vivir en las condiciones de las que no puede salir.
Bayoneta es uno de los filmes que entran en competencia por Largometraje mexicano durante el Festival Internacional de Cine de Morelia 2018, mismo lugar de su estreno y donde estuvieron presentes el director, Méndez y parte del equipo de producción.