¿Cuántos de nosotros no desearíamos regresar en el tiempo y volver a ser niños? La vida era mucho más fácil: tu aspiración en la vida era salir a la calle a jugar con tus amigos, tu tensión más grande era sacar buenas calificaciones y la pasión que corría por tus venas era ir a las fiestas de cumpleaños para partir la piñata y atascarte de dulces. Oh sí, la vida era muy buena.

Una de las épocas favoritas del año que posiblemente rompe con las barreras de la edad es el Día de Muertos, y no solamente por ser una tradición tan variada en significados y celebraciones, sino porque a final de cuentas, cuando eras pequeño significaba solo una cosa: dulces. Peeero, para ir a pedir dulces, tenías que tener un disfraz; y no necesariamente era el disfraz chido de Spiderman que querías de esa tienda padrísima de disfraces; muchas veces los tiempos eran de hambre y tu mamá se rifaba como campeona confeccionando una joya sacada de su libreta de clase de corte y confección. Aún con el disfraz de Spiderman, te aseguramos a que te pasaron la mayoría de las siguientes anécdotas:

1. Sí, tú eras el del disfraz de último momento

Una momia hecha con papel de baño, un palo de escoba y eras una bruja o una de esas cosas que solo se pueden armar con aditamentos caseros y la bárbara creatividad de tu madre cinco segundos antes de salir por la puerta.

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2. El tío burlón

Bien emocionadote tú, ahí luciendo el six de Superman, y en eso llega el tío no solamente con una frase ganadorsísima para bajonearte, sino con una cámara para congelar tan triste momento de-por-vida.

3. Los de la casa que se sordean

“¡Y no se escondan porque ya los viii!” Teeeepeco. Siempre hay una casa que tiene las luces prendidas, pero resulta que nadie está. Hmmm… Ahí es cuando todos aplicamos la de tocar el timbre miles de veces y correr. Eso les pasa por codos.

4. Los dulces que nadie quiere

Todo el mundo con sus dulces increíbles de marca: tamarindos, paletas enchiladas, picagomas… ¿y a ti qué te tocó? El triste chicle que en cuanto te lo metes a la boca se reduce 10 veces su tamaño, sabe a papel y te seca la boca. De esos dulces de mayoreo que no salen ni en piñata, justo…

5. El mercado de cambio

¡¿Quién da más, quién da menos?! Te laten más los chocolates, pero tienes más chilitos… que se arme el canje. El mercado de intercambio dulcero es de las actividades más padres de cuando eres niño: todo un metódico y planeado sistema de negociaciones para incrementar la moneda dulcera que más te gusta.

6. La confiscación de dulces

Llegaste todo triunfante a casa con el motín, saboreándote esos tamarindos rellenos, y en eso ¡TRAZ! “¡No son para echarse de un jalón, Migueeeeel!“, es así como no vuelves a ver los dulces pero sí las envolturas en el bote de basura porque tu papá ya le dio baje al tesoro.


¿Recordar es volver a vivir? ¡Pues acá les va la oportunidad! Dulces Vero, como cada año, tiene una caminata nocturna llena de actividades ideal para los amantes de la fiesta más divertida del año; se llevará a cabo este 20 de Octubre en la primera Sección del Bosque de Chapultepec, que por esa noche será ‘El Bosque Encantad0’.

Hay cuatro categorías para toda la familia: 500 metros para niños de 6 a 8 años, 1km para niños de 9 a 11 años, 1.5km para niños de 12 a 14 años y 3 kilómetros para toda la familia, emprende una de las caminatas que año con año se hace para celebrar la tradición más emblemática de México y recuerda si te inscribes con tu familia hay un 15% de descuentazo, porque en grupo es mejor.

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