La regla número uno de la vida, dice que antes de firmar cualquier cosa, debes leer y releer el contrato, pero sobre todo las ya famosas letras chiquitas, lo mismo pasa al ganar una estatuilla de la Academia, pero como bien dicen, no todo lo que brilla es oro. Cualquiera pensaría que la presea podría servir como un salvavidas en caso de una emergencia económica, pero en realidad, la academia se ha asegurado de que cada actor, actriz, productora y director ganador al Oscar, atesore su presea y nunca pueda venderla.
Una de las tantas cláusulas a las que se atienen los nominados al Oscar, es a enaltecer los valores y reputación de la Academia y los premios, como por ejemplo, conservar la estatuilla para la posteridad con la intención de que no cualquiera pueda obtener una de las peculiares estatuillas, pues devaluaría su valor simbólico.
La famosa estatuilla para la que alguna vez posó el ‘Indio Fernández’, a la que acceden todos los ganadores de los Oscar, es bañada en chapa de oro de 24 quilates, por su diseño y conjunto, está valuada en 400 dólares, sin embargo, se da por sentado que es invaluable por el simple hecho de representa todo el trabajo y esfuerzo que se tiene detrás.
Por ello, si un ganador del Oscar o alguno de sus herederos pretende obtener alguna ganancia de ello, primero tendrán que ofrecérsela a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, quienes en el mejor de los casos ofrecerán un dólar por la estatuilla y según el contrato, no siempre están obligados a comprarlas.
Tal y como menciona Muy Interesante, esta iniciativa fue añadida a estatuto de 1951 de la Academia y ratificada en 2015 por un juez de Los Ángeles. De hecho, en algún momento de la historia, se propuso comprar las estatuillas del Oscar en 10 dólares, sin embargo, para proteger los derechos de autor y la exclusividad de los premios, se proclamó que su precio no negociable sería siempre de un dólar.
Así lo hace constatar el artículo 10 del estatuto de la Academia donde se puede leer: “El ganador al Oscar no tienen ningún derecho sobre los derechos de autor o la buena voluntad de la Academia, en la estatuilla o en sus registros de marcas comerciales y marcas de servicio…. El ganador no venderá ni dispondrá de la estatuilla ni permitirá que se venda o elimine por ley, sin antes ofrecerla a la Academia por la suma de un dólar. Esta disposición aplicará también para herederos y concesionarios“.
Así que la única forma de deshacerse de una estatuilla es ganando un dólar a través de la academia o donándolo. Aunque siempre hay sus excepciones. Michael Jackson logró comprar el Oscar que ganó David O. Selznick por “Lo que el Viento se Llevó” pagando 1.5 millones de dólares a la casa de subasta ‘Shoteby’s’.