Por: Wookie Williams

Bryan Fogel no tenía idea en lo que se estaba metiendo. El cineasta/ciclista amateur empezó a crear un documental sobre las drogas para mejorar el rendimiento físico y los efectos que podrían tener en su propio cuerpo y terminó por desenmascarar el escándalo de corrupción y dopaje más grande en la historia de los Juegos Olímpicos.

En Icarus, Fogel, un fanático de Lance Armstrong, intenta copiar el régimen de dopaje de su ídolo con la idea de superar sus propias marcas en una competencia de alto rendimiento y ver si puede salirse con la suya y pasar sin ser detectado por las pruebas antidopaje. Para ello reclutó a Don Catlin, fundador del laboratorio antidopaje olímpico de la Universidad de California en Los Ángeles para ver si era posible hacer esto. Armstrong pasó unos 500 pruebas de dopaje a lo largo de su carrera y jamás fue detectado nada irregular, hasta que dio a conocer la verdad y tuvo que regresar sus siete triunfos en el Tour de France. Catlin fue una de las personas que más lo probó.

La idea era sencilla, aunque la ejecución sería más complicada. Cuando Catlin decide echarse para atrás por las repercusiones negativas que podría traer el experimento, entra en juego Grigory Rodchenkov, director del Laboratorio Olímpico de Moscú y viejo amigo de Catlin. Rodchenkov es un personaje encantador, parcialmente sospechoso, misterioso pero cándido en sus conversaciones, y Fogel inmediatamente se convierte en su amigo. El experimento comienza y las inyecciones con PEDs fluyen por el cuerpo de Fogel mientras se prepara para la carrera.

Hasta aquí todo suena más anecdótico que verdaderamente interesante. La carrera concluye, Fogel evalúa si valió la pena el dopaje y la aventura parece concluir. Pero, en realidad, el verdadero documental apenas inicia. Después de un reporte de una cadena de televisión alemana en el que se implica no sólo el uso de drogas entre atletas rusos, sino su encubrimiento por parte de las autoridades, una comité instaurado por WADA, la Agencia Mundial Antidopaje, recomienda que se suspendan a los atletas rusos antes de los Juegos Olímpicos de Río 2016. Los documentos piden la renuncia de Rodchenkov al frente del laboratorio y que se investigue de forma más profunda.

La que sigue es un thriller internacional de conspiraciones y delitos reales que llevan a Fogel, que sin lugar a dudas jamás pensó que iba a hacer una documental de espionaje, a desenmarañar una red de corrupción implicando al gobierno ruso hasta sus más altas esferas. Y es que la popularidad del presidente Vladimir Putin estaba en su punto más bajo antes de los Juegos Olímpicos de Sochi en 2014. A través de un elaboradísimo sistema, los atletas rusos lograron derrotar las pruebas de dopaje y ganar 33 medallas totales, más que ningún otro país. La gloria de la madre Rusia estaba devuelta a su patria y Putin era el responsable. Sus números de aprobación se fueron hasta el techo y todo era felicidad. Sin embargo, Rodchenkov sabía la verdad y tenía todas las pruebas. Fogel vio el documental como una responsabilidad para sacar a la luz todo lo que estaba sucediendo y se involucró en una trama que parece ficción.

Icarus se estrenó en Netflix después de que la compañía lo adquiriera por 5 millones de dólares tras verlo en el Festival de Sundance. Es un documento mitad thriller, mitad comedia (Rodchenkov es un tipo muy gracioso) que muestra el escándalo más grande en el que se ha visto involucrado el deporte mundial. Si ves sólo un documental deportivo sobre dopaje, que sea este.

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