Por Nacho Lozano

Parece como si del cáñamo se elevara un espíritu desenfrenado que circulara alrededor de las piernas y ascendiera turbio hasta la mente.

CHARLES BAUDELAIRE

Simplemente me harté. Muchos la fuman y pocos la conocen. No exagero al decir “pocos”. Es tal la desinformación sobre la mariguana que hablar de ella es referirse a algo sombrío, una cosa monstruosa, una nube verde que a ratos arranca sonrisas y tranquiliza, un secreto que nos hace cómplices, un delito que cometemos. Es el elefante verde en la habitación. Fumar mariguana en este país es muy común, pero poco público. Es un clóset verde, una suerte de homosexualidad a la mexicana porque se oculta; es una adicción que encubrimos por muchas razones. La mariguana es una apestosa adicción que delata al que se esconde. Un clóset verde del que salimos y entramos a oscuras, a tientas, con poco tacto y menos datos científicos. Puro chisme, puro mito, puras mentiras e invenciones. Ante la ausencia de información recurrimos a la creatividad, la imaginación y los mitos. Por eso es importante llenar esos vacíos con datos verificables y con historias con nombre y apellido. ¿Quieren saber qué fuman sus hijos? ¿Por qué dicen que sabe rico?

Reparemos un instante en lo que sabemos de la mariguana. Pongo mi palabra en que prácticamente todos los juicios sobre ella son negativos y si los desmenuzamos no se sostienen con ninguna base científica, son más bien opiniones morales. Por eso me harté: mucho odio y poca información. Y como yo me dedico a contar historias en radio y televisión, que reporteo y contextualizo, puse manos a la obra: ¿Qué fregados es la mariguana? ¿A quién se le ocurrió criminalizarla? ¿Dónde se consume en libertad y dónde se vuelve un demonio desatado que salpica sangre y produce violencia? ¿Cómo se consume? ¿Para qué la consumimos? ¿A qué sabe y por qué nos enseñaron a aborrecerla?

Luego escuché a gente decir: “Quiero encontrar un libro que puedan leer mis hijos”, “un libro sin choros”, “quiero historias reales, no inventos”, “un libro que no me dé hueva… ni miedo”. Noté que a las redacciones de noticias de los medios de comunicación donde trabajo llegaban cientos y cientos de preguntas y advertí el interés por la discusión que en los últimos años suscita la mariguana en México. Las redes sociales se inundaban de memes que se burlaban de la Suprema Corte de Justicia cuando les dio un amparo a cuatro integrantes de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART) (ya hablaremos de ellos), o del presidente Enrique Peña Nieto cuando contó el día en que sus hijos le preguntaron: “¿Entonces ya podemos echarnos un churro frente a ti?” El público escribía: “¿Ya la podemos fumar en la calle?”, “¿seremos un país de zombis adictos?”, “¿entonces sí hace daño o no?”, “pero la mota ya mató a millones, ¿cierto?”, “yo tengo un familiar enfermo al que le hizo bien”, “la mariguana te deja el cerebro frito”, “¿por qué no metemos a todos los pachecos a la cárcel y listo?”

Decidí investigar y preguntar. El resultado fue este libro que reúne datos e información reciente sobre la mariguana y lo que los expertos saben hasta el día de hoy. Platiqué con quienes la fuman y con quienes ni porque les pagaran la olerían tantito; con quienes están en la cárcel acusados de un delito que no cometieron; con políticos, abogados, productores de televisión, ministros, empresarios, dealers, doctores y científicos que apoyan y rechazan su regulación; aquí hay historias de pachecos que no son delincuentes y que tienen una historia de éxito qué contarnos; y por supuesto incluí los argumentos de quienes no quieren que se regule la mota porque creen que la sociedad se pervertirá y fracasará.

La información y las historias, espero, servirán para tomar las mejores decisiones a la hora de terminar con la violencia en la que estamos sumidos, mientras otros países han decidido regularla y generar empleos y miles y miles de millones de billetes verdes que se invierten en salud y educación públicas. Aquí hay divertidas experiencias de México y de otros países. Nunca me aburrí mientras preguntaba y espero que se note en las páginas por venir. Conocer tiene su dosis de diversión.

Afortunadamente en México hay investigadores, historiadores y académicos de primer nivel que desde hace años, junto con activistas por los derechos de los consumidores, han investigado a profundidad esa nube de humo coqueta. Leerlos y preguntarles fue imprescindible.

Les voy a contar historias que estrujan el corazón y otras que enardecen las pasiones a favor y en contra del uso personal de la mois. Y de eso se trata: de dialogar, debatir, pero al final del día, de regular. Porque México es potencia mundial en la tarea de diagnosticar, pero está por el caño cuando se trata de hacer leyes de avanzada.

Si se me permite la metáfora, México está postrado en una camilla con la cara de un enfermo terminal. Por sus venas corren violencia, corrupción, desinformación y algunas leyes que lo envenenan, y a la par existen reformas que nadie le quiere inyectar para acelerar su recuperación. Lo esperanzador es sin duda el diagnóstico que cuelga al pie de la cama: el paciente tiene altas probabilidades de curarse y seguir con vida. Espero que eso ocurra pronto.

Empecemos por echarnos un clavadito en el mar del cáñamo para descubrir a ese “espíritu desenfrenado” del que hablaba Baudelaire y cuáles son sus efectos. Pero tranquilos, relajen la raja, no habrá choros. Se trata de entender la información que existe y no confundirnos. Lleguémosle al asunto con algunas definiciones de la palabra “droga”.

Según la Organización Mundial de la Salud:

Droga: término de uso variado. En medicina, se refiere a toda sustancia con potencial para prevenir o curar una enfermedad o aumentar la salud física o mental; y en farmacología es toda sustancia química que modifica los procesos fisiológicos y bioquímicos de los tejidos o los organismos.

En el lenguaje coloquial, el término suele referirse concretamente a las sustancias psicoactivas y, a menudo, de forma aún más concreta, a las drogas ilegales. Las teorías profesionales (p. ej., “alcohol y otras drogas”) intentan normalmente demostrar que la cafeína, el tabaco, el alcohol y otras sustancias utilizadas a menudo con fines no médicos son también drogas en el sentido de que se toman, al menos en parte, por sus efectos psicoactivos.1

Aquí viene la Real Academia Española:

Del ár. hisp. hatrúka; literalmente “charlatanería”.

1. f. Sustancia mineral, vegetal o animal, que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes.

2. f. Sustancia o preparado medicamentoso de efecto estimulante, deprimente, narcótico o alucinógeno.

3. f. Actividad o afición obsesiva. El fútbol es una droga.

4. f. Medicamento.

5. f. Can. y Méx. Deuda, a veces la que no se piensa pagar.

6. f. Ur. Cosa aburrida, tediosa o de mala calidad.

7. f. desus. Embuste, ardid, engaño.

Y luego incluye estos conceptos:

droga blanda

1. f. droga que no es adictiva o lo es en bajo grado, como las variedades del cáñamo (mariguana) índico.

droga de diseño

1. f. droga obtenida mediante ligeras modificaciones químicas a partir de otra para obtener especiales efectos psicotrópicos.

droga dura

1. f. droga que es fuertemente adictiva, como la heroína y la cocaína.

De acuerdo con los datos más actualizados, la mariguana encaja muy bien en las anteriores definiciones, incluso con la de estupefaciente, que es “lo que aturde al usuario”. La mariguana es una droga de sustancia vegetal que, como veremos en los capítulos siguientes, tiene derivados curativos, pero también estimulantes psicoactivos. Es una droga blanda.

No nos asustemos, la mariguana es una vieja amiga del ser humano, porque tiene más de 10 000 años conviviendo con nuestra especie. Son 180 millones de personas las que se pachequean en el mundo cada año.2 En 2012, por ejemplo, se estimó que entre 125 y 227 millones de personas consumieron mariguana, lo que representa entre 2.7 y 4.9% de la población de entre 15 y 64 años de edad.3

En algunos organismos actúa sobre el sistema nervioso, aunque existen estudios que sostienen que potencia o degrada —dependiendo de su uso o abuso— el desarrollo físico e intelectual del ser humano. Hay especialistas e investigadores clavados en lo anterior, publicando sus avances y agarrándose del chongo mientras dan a conocer sus resultados por medio de diversos artículos de divulgación.

¿Saben cuántas personas en la historia de la humanidad han muerto de una sobredosis de mariguana? Ninguna. La mariguana por su simple consumo no mata a nadie, pero eso no quiere decir que sea inocua. Ya descubriremos los detalles.

Hoy podemos encontrar infinidad de estudios que señalan que el consumo de la mota puede incrementar el riesgo de adicción, problemas pulmonares, deterioro de la memoria y problemas de desarrollo psicológico, tanto en adultos como en menores de edad.4 Pero ningún estudio es definitivo y en cambio se sigue discutiendo e investigando a la mariguana por todo el mundo. Eso sí, hasta donde los científicos se han puesto de acuerdo, la mota altera el estado de ánimo y las sensaciones. El que abusa de ella puede desarrollar adicción, lo que resulta la única afectación en la que el mundo de la ciencia coincide de entrada.

Entonces entendamos qué significa “adicción”:

Del lat. addictio, -ōnis “adjudicación por sentencia”; cf. adicto.

1. f. Dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico.

2. f. Afición extrema a alguien o algo.

Se trata de una enfermedad primaria con afectaciones cerebrales en las que el individuo tiene la necesidad, orgánica o psicológica, de repetir conductas que escapan de su control.

Adicto o adicta significa:

Del lat. addictus “comprometido”, “sujeto, obligado”.

1. adj. Dicho de una persona: Que tiene adicción a algo o a alguien.

2. adj. desus. Unido o agregado a otro u otros para entender en algún asunto o desempeñar algún cargo o ministerio.

Hay básicamente dos tipos de adicción:

De conducta: que como ejemplo incluye la adicción al juego, al trabajo, a la religión, a los videojuegos, a la pornografía, etcétera.

De ingestión: son aquellas adicciones químicas a alguna droga como la nicotina, el alcohol, la mariguana, el opio, pero también puede haber adicción a la comida, a las bebidas azucaradas, entre otras.

Las conductas adictivas pueden ir sumándose y coexistir varias al mismo tiempo.

Los usuarios de la mariguana pueden experimentar psicosis aguda, alucinaciones y afectaciones a la memoria de corto plazo aunque, una vez más, “está aún por comprobarse científicamente”, según la doctora Herminia Pasantes, investigadora científica en Neurociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con más de 50 años en el campo. Sabemos que al fumar mariguana la sustancia psicoactiva pasa por los pulmones, luego por los canales sanguíneos para finalmente hacer de las suyas en el cerebro.

Entre los efectos inmediatos están:

Apetito

Aumenta la percepción sensorial

Causa risa y ansiedad

El corazón late más rápido

Entorpece el equilibrio y la coordinación

Experimentación de euforia

Los bronquios se relajan y se ensanchan

Puede causar temor, desconfianza o pánico

En el cerebro incide en los siguientes órganos:

Hipotálamo: controla el apetito, el nivel hormonal y el comportamiento sexual

Ganglios basales: control y la capacidad de planear el futuro

Hipocampo: memoria y habilidad intelectual

Cerebelo: centro motriz y de coordinación

Neocórtex: información sensorial y funciones cognitivas5

En México nos encanta hacernos bolas y por eso creamos diversas interpretaciones conceptuales sobre la mariguana: que si para las autoridades su prohibición es la razón de ser de sus agencias de combate al narco; que si para los activistas su libre uso representa una conquista para los derechos humanos; que si para algunos pacientes es la esperanza de una mejor calidad de vida en medio de su padecimiento; que si para los narcos sigue siendo un jugoso negocio; que si para lo legalizers es la oportunidad de salvar vidas, arrebatarle el negocio al narco o regular el uso de una droga que no causa tanto daño como el alcohol y el tabaco; que si para los prohibicionistas es un tercer vicio que podría ser aceptado (además del alcohol y el tabaco), pero que no necesitamos en nuestra ya de por sí pervertida sociedad mexicana. Esas posiciones las conoceremos a detalle en las siguientes páginas, pero antes habrá que divertirnos con algo de historia.

Hipócrates (460-370 a. C.) y Galeno (130-216 d. C.), los meros meros fundadores de la medicina científica, fueron los que comenzaron a reflexionar a fondo sobre el concepto de droga, cada cual en su época, por supuesto. De ellos sabemos en resumen que una droga es “una sustancia que en vez de ‘ser vencida’ por el cuerpo (y asimilada como simple nutrición) es capaz de ‘vencerlo’, provocando grandes cambios orgánicos, anímicos o de ambos tipos”. Ahora que si lo que estamos buscando es una definición con la que podamos impresionar al que tengamos enfrente, traigamos a cuenta a los griegos, para quienes droga tenía relación con la palabra phármakon que era “un veneno” o “un hechizo” y que más tarde sería perseguido por diversas religiones, particularmente las de origen cristiano, que veían en las drogas (o lo que ellos convenientemente catalogaban como drogas) el binomio de los herejes que luego resultaban ser un exquisito manjar para los torturadores y “leña humana” para las hogueras medievales.

La Organización Mundial de la Salud, como escribí antes, señala que “droga” es toda aquella sustancia natural o sintética que al consumo altera las actividades mentales y físicas, por eso es importante distinguir cannabis, de cáñamo y mariguana.

Para evitarnos confusiones, preparé un esquema con las definiciones que se derivan de la cannabis:

Cannabis

Es la planta del cáñamo en su totalidad. Es dioica, o sea que las plantas pueden ser masculinas o femeninas. En 1753, Carlos Linneo la bautizó así, del griego Kannabis y del latín cannabum, que significa caña.6 Nació en Asia Central, aunque hoy se cultiva en muchas partes del mundo. El español Pedro Quadrado, uno de los conquistadores de América, la trajo por primera vez al Nuevo Continente en el siglo XVI, encomendado por la corona española para sembrarla.

Mariguana

Los mexicanos la bautizamos así en 1895, según algunas versiones que la ubican en libros y tratados científicos, aunque su nombre se hizo popular durante la Revolución mexicana. Lo que conocemos como mariguana es la parte de esa planta que incluye características psicoactivas y medicinales, como el tetrahidrocannabidol.

Tetrahidrocannabidol (THC)

Los científicos lo conocen como el delta-9-tetrahidrocannabinol, Δ9-THC. Su descubrimiento se lo debemos a Yechiel Gaoni y a Raphael Mechoulam, quienes en 1964 aislaron el THC de la cannabis durante sus estudios en el Instituto Weizmann de Ciencias, en Rejovot, Israel. Es el componente psicoactivo primario y su concentración varía con el tipo de cannabis. Es similar a los químicos cannabinoides que nosotros, sí, nosotros, producimos de por sí. El THC se puede conectar con los receptores cannabinoides que se encuentran en nuestras neuronas; provoca la pachequez causante de diversos efectos eufóricos y disfóricos.

Cannabidiol (CBD)

Es uno de los más de 85 componentes activos de la mariguana. Es una molécula fitocannabinoide. El cannabidiol ha demostrado tener diversos beneficios médicos. A diferencia del THC, no produce efectos psicoactivos e incluso puede llegar a contrarrestarlos.

Cannabinoides

Son células que tenemos por todo el cuerpo, principalmente en el cerebro. La mariguana cuenta con estos neurotransmisores que se mandan mensajes químicos con nuestras células nerviosas (o sea, las neuronas), que son receptores cannabinoides, los CB1 y CB2. Esto provoca que en el cerebro, por ejemplo, esas células nerviosas alteren su funcionamiento y su comunicación entre sí.

Receptores cannabinoides

Abundan en las partes del cerebro que se encargan de que nos movamos, coordinemos, aprendamos, memoricemos, juzguemos y sintamos placer, por mencionar algunas labores cerebrales.7

Semillas y hojas

Las semillas y hojas del cáñamo contienen 0.3% de THC.

Concentrados

Son el resultado de la extracción de los cannabinoides más potentes de la planta, dejando de lado la clorofila y el material vegetal extra de las plantas. Dado que son concentrados, ofrecen reacciones rápidas y concretas para diversos usos, ya sean medicinales o lúdicos.

Productores

Básicamente existen dos tipos: los que legalmente y con ayuda de la ciencia perfeccionan combinaciones para lograr una gran variedad de plantas a partir de las exigencias de los consumidores que pagan por mejor calidad, y los que desde la ilegalidad del crimen organizado la producen y la trafican en un marco de violencia y cuya calidad no siempre es la mejor. Sí, en 2018 México se encuentra en ese lado de la historia, ni modo.8

De acuerdo con la investigación hecha por Ricardo Pérez Montfort,9 la palabra “mariguana” tiene, por lo menos, cinco explicaciones sobre su origen:

La primera establece que proviene del náhuatl y se forma con los vocablos mallin que quiere decir “prisionero” y hua que indica propiedad; de ahí tal vez su asociación, en México, con el mundo carcelario. La segunda acepción proviene de la conjunción de Juan y María; el primer nombre también se les da a los soldados rasos en las milicias mexicanas, y el segundo, a sus compañeras que también reciben alias de Juana. Esta condición vincula a la yerba con los ambientes militares y con la propia guerra. La tercera propuesta la asocia con el nombre de una isla en el Caribe donde se presume había la costumbre de fumar. La cuarta se deriva del portugués antiguo mariguango que quiere decir “intoxicado”. Y la quinta asegura que mariguana procede de la voz árabe marwana que se refiere al valiente, al que invade o que posee, y que podría estar ligada a los efectos que produce fumar o ingerir dicha planta.

A la mariguana, según Armando Velázquez,10 la llamamos de muchas maneras en México: “belula, café, chora, churro, fina esmeralda, grifa, grilla, la gris, hojita con lumbre, jerez seco, juanita, juanita Salazar Viniegra, la verde, malva, mastuerzo, mary, juana, mois, motor de chorro, motocicleta, motivosa, moravia, morisqueta, mostaza, mota, nalga de ángel, orégano, orégano chino, pasto verde, yesca, yerba, zacate inglés”. Pero fumar mariguana también se puede decir: “Atizar mota, grifear, atizar coliflor tostada, acostarse con Rosamaría, dorar, enamoriscar, enyerbar, darse un toque, un acelerón de trueno verde o las tres de reglamento”. “Vamos a tronárnolas” y “vente a quemarle las patas al diablo” son sólo algunas expresiones coloquiales en México sobre su consumo. Las maneras de llamarla y del acto de fumarla van nutriéndose al paso de los toques… y de los años.

Hoy sabemos que la mariguana no es la encarnación del demonio, como se llegó a pensar por algunos siglos y en determinadas latitudes del planeta. Lo que se sabe es que forma parte de las drogas naturales, es decir, las que no han pasado por procesos químicos ni manipulaciones. Algunas de estas drogas blandas, como el opio, han provocado escenas de humor involuntario como la que narró Hans Sachs en el siglo XVI. Este poeta alemán describió su recorrido por un campo de batalla en el que observó que varios sarracenos consumidores de opio, en pleno enfrentamiento y en el momento en que estaban más tupidos los madrazos, “seguían teniendo el órgano sexual duro y erecto”. El médico de campaña —sin dar muestras de extrañeza— dijo que “aquello no tenía nada de extraordinario”, ya que eran comunes estas escenas incluso cuando lo sarracenos… ¡estaban muertos! Y no, no existía el viagra entonces, sino que más bien estos soldados le entraban duro al opio, que les causaban estas bochornosas escenas a cambio de procurarles excitación sexual “aún después de la muerte”, según Sachs.

A la mota hay quienes le adjudican bondades sobre la excitación sexual11 al percibir que el tiempo pasa más lento y que el cachondeo y acto sexual dura más. Aunque ciertamente estos beneficios se siguen investigando. Lo que sí puede asegurar la Universidad de Búfalo es que fumar mota disminuye la violencia doméstica, según un estudio12 en el que participaron 643 parejas con más de nueve años de relación. A que no se sabían ésa.

Sigamos dibujando en nuestra mente un retrato más claro de la mariguana. Existen básicamente tres tipos de mota:

Mariguana sativa (del latín cultivada): Este tipo tiene mayores niveles de THC. Los que la consumen podrían experimentar pasajes muy energéticos, aunque la paranoia y la ansiedad pueden ser sus efectos.

Mariguana índica (que es de la India): Es la que relaja el cuerpo. Hay consumidores que la prefieren para enfrentar ansiedades, dolores o insomnio. Tiene altos niveles de CBD.

Mariguana híbrida: Ésta es algo así como de chile, mole y de manteca. Las híbridas son la mezcla de varios genotipos de cepas mediante la autopolinización. Ya sea que resulte ni muy muy índica, ni tan tan sativa.

Dicho lo anterior, es momento de traer a escena al hachís, ese otro fantasma que gusta de aterrar sociedades enteras desde hace siglos. Esta droga es un producto derivado del cáñamo que recolecta y comprime tricomas, que son una especie de glándulas —aunque puede no haberlas (sí, así de relativa es la ciencia, ni modo)— que se observan entre las paredes externas de las hojas y flores de la cannabis sativa, mismas que secretan alcaloides que causan alucinaciones porque contienen THC. Esta secreción se vuelve resina que se comprime en tiras o bolitas duras y aceitosas, que lo mismo pueden ser de color marrón, amarillas o negras. Estamos ante el THC en su versión más concentrada e intensa. Hay quienes fuman el hachís en una pipa, en un cigarrillo mezclado con tabaco, lo cocinan en una galleta o panqué (brownie) o lo mezclan con café y miel.

La producción de esta resina de la cannabis se concentra principalmente en el norte de África, en Medio Oriente y en el suroeste de Asia. La Organización de las Naciones Unidas (ONU)13 estima que en 2011 se produjeron 1 300 toneladas, mientras que en 2012 fueron 1 400 toneladas, entre cuyos lapsos el precio del hachís en Afganistán, uno de los mayores productores, disminuyó.

La mota y su consumo era bastante normal llegando al siglo XIII, en Europa y Asia. El bhang (mariguana) fue retomado por diversas culturas religiosas. Fue protagonista de diversas escenas en Las mil y una noches. “Muchas tradiciones, escritos y creencias budistas indican que el mismo Siddhartha Buda estuvo durante seis años comiendo apenas una semilla diaria de cáñamo para alimentarse.” Vaya dietas, ¿no? Incluso a Shiva lo llegaron a conocer como el Dios del bhang.

Nacho Lozano

“Así es la mota” es el primer capítulo de Mariguana a la mexicana, libro que con un estilo ágil y riguroso, disecciona qué es la mota y cuáles son sus efectos, no sólo en las personas, sino también en la sociedad.

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Nacho Lozano es periodista, aunque se tituló como historiador de arte. Ha sido conductor de radio y televisión para Uno tv, cbs, W Radio, Proyecto 40 e Imagen TV. Fue editor de política para Grupo Expansión y ha publicado sus reportajesen Gatopardo y Newsweek, entre otras revistas y periódicos. Es columnista en Máspormás. Es coautor, junto a María Scherer, de El priista que todos llevamos dentro (Grijalbo, 2016), y cree que el rigor de la ironía y la seriedad del sarcasmo son herramientas efectivas para informar a la sociedad.

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