Este fin de semana –en unas horas, si la verán a medianoche– se estrena en México Rogue One: Una Historia de Star Warsy ya están fluyendo las críticas (muchas positivas, una que otra negativa). En lo que la mayoría coincide es que este spin-off cumple con todo lo que tiene que entregar como parte de la saga, y también como cinta independiente de ella.

Algunos estaban preocupados, guardando cierta reticencia porque el director, Gareth Edwards, tenía sólo un par de películas con cierto éxito comercial, Godzilla (2014) y Monsters (2010). Pero pueden quedarse tranquilos: Rogue One no sólo continúa con su filmografía decente, sino que supera a las cintas anteriores… Y tal vez hasta algunas de las películas de la saga original de Star Wars. Sí, vamos a decirlo: Rogue One está –cuando menos– a la altura de las películas que lo empezaron todo en la década de los setenta y los ochenta.

Hoy nos queremos centrar en los puntos positivos y los aciertos de este primer spin-off de una de nuestras sagas más queridas; así que aquí están las cosas que más nos gustaron. Los desaciertos y errores… pues también existen, por supuesto, pero las lágrimas de emoción que nos inundaron los ojos no nos dejaron verlos tan bien.

 

La historia que ya tenía un principio y un fin

El primer reto al que se enfrentaron los creadores de Rogue One fue idear una historia a partir de un principio y un final que ya todos conocíamos. La trama se centra en lo que pasó entre La venganza de los Sith (2005) y el Episodio IV, A New Hope (1977). O sea que en esta nueva entrega vemos lo que pasa unos años después de que casi todos los caballeros Jedi fueron borrados de la faz de una galaxia muy lejana, todo porque Anakin Skywalker se deschaveta y pasa por su funesta metamorfosis.

Cuando termina La venganza, sabemos que el Imperio ya le puso sus garrotas encima a toda una galaxia; y también que de alguna forma increíble los rebeldes logran obtener los planos de la Estrella de la Muerte. Pero… ¿por qué un arma tan importante para el Imperio tiene una falla? ¿Cómo fue que un proyecto tan gigantesco y relevante pudo ser destruido, como lo vimos en el Episodio IV? Estas preguntas tienen respuestas, y Gareth Edwards logró encontrar una forma coherente de exponerlas.

Este es el primer reto que Rogue One logra superar con aplausos: el puente tendido entre las historias que la preceden y suceden es conmovedor y justificable. Pero la razón por la que funciona tan bien es el diseño de los personajes, que no están apoyados en otros ya conocidos y amados por el público.

 

 

Rebeldes de la rebelión: los nuevos personajes

Los personajes que integran al grupo rebelde son entrañables por méritos propios. Es refrescante ver un conjunto de nuevos héroes, pero sobre todo sorprende que se acoplen perfectamente entre sí y a la historia. Y donde más tienen éxito, es en la memoria y corazón del espectador: cómo caen bien, cómo se instalan en nuestras simpatías… y pues cómo les lloramos.

Por supuesto, hay un poco de la indiferencia política de Han Solo en Jyn Erso (Felicity Jones) y algo de la pasión por la Alianza en Cassian Andor (Diego Luna); pero la autenticidad que ambos actores imprimen en sus personajes casi hace olvidar que pertenecen a la misma saga. ¡Lo cual no es malo! Después de todo, estamos hablando de un spin-off.

Los demás miembros del escuadrón Rogue One también aportan lo suyo a la fórmula de novedad… Chirrut Îmwe (Donnie Yen) es un guerrero espiritual ciego –algún tipo de Zatoichi iniciado en las artes Jedi– y repite una frase que se les quedará profundamente grabada, como un mantra de La Fuerza. Verlo pelear es chingonsísimo: ¡sus coreografías son simplemente gloriosas! El androide K-2SO (Alan Tudyk) trae el pesimismo y humor negro necesarios en una historia que por momentos es trágica, y en personalidad se aleja de los robots que ya conocíamos, para alcanzar una voz propia. Bodhi Rook (Riz Ahmed) es el inside man, aquel que sabe cómo funcionan las cosas en el Imperio y el mensajero sin el que sería imposible robar los planos que habrán de dar esperanza a la rebelión.

Cada uno es relevante en su momento, y sus historias son interesantes de forma individual  (¿tal vez un día haya un spin-off del spin-off? Con Star Wars, todo es po$$$ible). ¿Es demasiado pronto para decir que queremos saber más de la historia de Cassian Andor? El personaje de Diego Luna es atrayente y complejo: ¿quién se podría resistir a un rebelde que la mitad del tiempo parece tener el corazón en la mano por la causa de la Alianza?

 

Rogue One sin spoilers
 

Una mujer vuelve a ser la que se encarga de liderar la hazaña

Esta es ya la segunda película del universo Star Wars que está protagonizada por una mujer. Y en esta ocasión, es un soldado con un pasado doloroso y un mentor que la entrenó para convertirse en una mujer fuerte que pudiera defenderse; y no solo eso: atacar, rebelarse. Jyn Erso, que fue testigo de la muerte de su madre y el secuestro de su padre -Galen Erso (Mads Mikkelsen)- no mostraba interés alguno en el movimiento rebelde. Pero las circunstancias la llevan a tomar decisiones que cambian su destino –y el de la galaxia–.

Que haya una heroína no quiere decir que los personajes masculinos que la rodean no sean igualmente fuertes. Sin duda, habría estado chido ver más de Saw Gerrera (Forest Whitaker), el hombre que adoptó a Jyn para luego dejarla a su suerte, y que habría de regresar a su vida en circunstancias extremas. También ver a Mads Mikkelsen llenar la pantalla es un verdadero deleite; no queda a deber ni un centavo como Galen Erso, un científico que trabaja para el Imperio y que al mismo tiempo tiene su propia agenda.

 

El uso de cameos y referencias a las películas anteriores no abusa de la nostalgia

Hay apariciones fugaces que te hacen sentir en casa. Por supuesto, no queremos añadir más de lo que sea estrictamente necesario, pero Rogue One es la primera cinta del universo de Star Wars que no se vale de la nostalgia como su motor principal. Los creadores manejaron el guiño ocasional a todos los que conocen la historia (ciertas frases y referencias obvias que saltan al ojo y al oído del conocedor); pero dan suficiente espacio para que la nueva trama tenga un valor en sí misma.

Los montajes en bares y mercados callejeros vuelve a darnos un vistazo de las nuevas ciudades, como en las películas anteriores: los montajes que se hacen de ellos revelan seres particulares y especies que jamás habíamos visto -y probablemente jamás volveremos a ver.

Por otro lado, parece que, como humanidad, ya traemos una predisposición genética a tenerle miedo a la respiración de Darth Vader: así que la simple sugerencia de que está cerca es suficiente para despertar miedos primarios… y Edwards explota con buenos resultados a este trascendente villano.

 

Las rebeliones se construyen con esperanza, igual que las películas

El anhelo de conocer a una figura paterna ausente es complejo… Así como pasó en el caso de Luke Skywalker, estamos frente a otra historia que empieza con la esperanza de reconectarse con el padre ausente, con el propio origen… pero que termina con una empresa más grande, más completa, ambiciosa e importante. Es este camino del objetivo egoísta al fin ulterior comunitario, lo que hace de Rogue One una historia que crece y explota al final.

En una época en la que más que nunca necesitamos motivos para trabajar en equipo y preocuparnos por los demás, esta película cumple con el reto de dar un mensaje invaluable: la esperanza es una estafeta que debe seguirse pasando entre los que puedan tomarla. Y a veces, hay que entregarlo todo para que alguien más continúe luchando por ella.

 

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