No cabe duda que los mexicanos estamos buenos para echar la fiesta por cualquier cosa y no ir a trabajar, todo motivo es bueno; un cumpleaños, un bautizo, el día de la bandera, que el perro da la pata etc. Nada nos detiene para ingeniarnos pachangas y borracheras formas ingeniosas de festejar, pero qué tal nos caería ser los amos y señores para organizar la final de la Champions League, ¿lo han imaginado? Sería algo más o menos así.
Para empezar, la final sería en el Estadio Azteca -por desgracia- donde afuera habrían juegos y concursos para la familia, revendedores americanistas,  puestos de tacos, tortas y las siempre confiables ‘cheves’.
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Foto:Getty
Dentro del estadio, no podría faltar la pandilla que lleve sus tambores, entone sus cánticos tan peculiares, gritos para los contrarios y los sentimientos a flor de piel por el encuentro, sea por amor a su equipo o por efecto del alcohol.
 
Para iniciar el protocolo del encuentro, el trofeo estaría vigilado por 15 o 20 granaderos (ya ven que se desapareció un rato el trofeo de la Europa League, no sea que se repita), tendría forma como de envase de caguama con algunos “detallitos finos” y no le llamaríamos ‘la orejona’, sino algo más barrio gracioso como “el precioso”, “tarro de cheve”, “fierro viejo” o qué sé yo, quizá algo más creativo que eso.

Al iniciar el encuentro, su clásico “ritual” donde forman a ambas escuadras en el campo tomando distancia y por estaturas y un niño/a diciendo algo como “No se peguen, disfruten el juego”, bien originales.
Pasaríamos a entonar el himno de la Champions (a nuestro estilo) de la mano de Los Ángeles Azules, La Sonora Dinamita, Paquita la del barrio (acapella) o hasta el mismo Luis Miguel, ya que anda mucho de moda, y por supuesto el maestro de ceremonia no sería otro que Marco Antonio Regil, un emblema de este tipo de eventos –sí, claro-.

Por último, la narración del partido estaría bien cubierta por Christian Martinolli y Luis García o quizá Raúl Orvañanos y André Marín, David Faitelson y José Ramón Fernández… quién sabe, cada uno se haría bolas en su cadena televisiva pero siempre compitiendo por el raiting.
 
Al terminar el encuentro, sea quien sea el equipo ganador, habría dos cosas seguras: borrachera y festejo en el ángel- un nuevo campeón y ganas de seguirse esforzando para el siguiente torneo, como verdaderos profesionales…. o tal vez pleito y reclamos para el arbitro. Todo puede pasar en este hermoso país.

 No cabe duda que este sería un evento que daría de qué hablar a nivel mundial, sólo dennos cuerda y nos pintamos solos para armarla en grande. Puede ser sólo un sueño pero no cabe duda que nos la pasaríamos chido ¿o no?.

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