Si había un equipo que podía ser remontado en los Cuartos de Final (y en cualquier torneo, partido y/o circunstancia) ese era Cruz Azul, un equipo acostumbrado a regarla en las últimas dos décadas, por lo que Tigres llegó con una buena dosis de fe para instalarse en las Semifinales, pero sólo pudo hacer un gol en el Azteca.
Sin embargo, La Máquina manejó bien la ventaja de 3-1 lograda en el juego de ida en Monterrey, y ahora los cementeros jugarán frente a Pumas, frente al cual tiene cuentas pendientes, ya que en la última jornada la cruzazulearon y fueron remontados con un doblete de Dinneno.
Cruz Azul no la cruzazuleó
Tigres era el obligado para hacer goles. Necesitaba tres y no recibir ninguno, por lo que vimos a un equipo regio sumamente ofensivo, algo a lo que no estamos muy acostumbrados, así que había prisa y por lo tanto tampoco hubo espacio para que Nahuel Guzmán retrasara la reanudación del juego o que se inventara faltas para cortarle el ritmo al juego.
Pese a ese operativo ofensivo y dominio del balón, Tigres no contó con claridad a la hora de tocar la puerta de José de Jesús Corona. La más peligrosa fue un disparo al travesaño por parte de Jesús Dueñas en la parte final del primer tiempo.
En términos generales, Tigres no supo cómo hacer para crear peligro y se vio predecible y sin variantes, de modo que casi todas las jugadas de Tigres iban a la banda y desde ahí venía el centro, lo cual facilitó el trabajo de La Máquina, que no tuvo que apretar el acelerador.
Fue hasta los 76 minutos cuando Tigres se encontró con un penal tras una falta sobre Gignac, aunque en el VAR se corrigió la decisión y los felinos se tuvieron que conformar con un tiro libre.
Pero a los 82 minutos cayó el primer gol de Tigres, obra de Luis Quiñones con un tiro-centro ante el cual Chuy Corona hizo mucha confianza y quitó la mano al pensar que el balón se iría por arriba de su arco.