Definitivamente es una de las ligas con más poder económico de Estados Unidos. Su planeación y comercialización está al nivel de cualquier otro deporte en el mundo. Sin embargo, la NFL ha comenzado a tomar rumbos bastante extraños en un departamento en específico: el despido de entrenadores.
Cada vez hay menos y menos paciencia en los dueños de la franquicias y con esto, se corren a head coaches a diestra y siniestra. Por supuesto, existen algunos que se lo merecen, pero en el caso como el de Lovie Smith, no deja de ser extraño.
Smith estaba construyendo algo bueno con los Tampa Bay Buccaneers que tomó hace dos años. En ese entonces se tenía muy poco talento y poco a poco se formaba algo. Con Jameis Winston como líder de la ofensiva, se veía un futuro prometedor. Empero, los dueños no pensaron igual y ahora el coordinador ofensivo, Dirk Koetter, podría tomar el puesto principal, rompiendo un proceso.
Cada vez vemos más entrenadores perder su trabajo a uno o dos años tras tomar el cargo. Jim Tomsula y Marc Trestman son ejemplos de esto. Además, también ya se les hace fácil despedir a HCs que tengan récord ganador como Jim Harbough o en su caso especial, Chip Kelly, quien tuvo problemas con jugadores.
Los entrenadores como Bill Belichick, Mike McCarthy o Marvin Lewis son más escasos. A los dueños se les está olvidando que pasar a los playoffs está bien, que un equipo se reconstruye en al menos dos o tres años, que ganar el Super Bowl es sumamente complicado.
Es una comparación que puede insultar a muchos, pero la NFL comienza a tomar esa moda del futbol de correr entrenadores si no entregan resultados pronto. Los procesos comienzan a olvidarse, pero los ejemplos son más que claros: un equipo que respeta a su head coach por cierto tiempo tiene más posibilidades de llegar lejos.
No está mal pensar en grande, pero hay que recordar que en 50 años sólo 19 head coaches han logrado ganar el Super Bowl. La paciencia es clave en la NFL, pero parece que se está acabando muy pronto.