Por Miguel Ángel Delucio | @miguel_delucio

Existen atletas que en los momentos clave sacan lo mejor de ellos. También están los del otro lado, que cuando su equipo más los necesita, se esconden, se hacen pequeños y terminan decepcionando.

James Harden nos mostró, al menos en esta serie contra los San Antonio Spurs, que pertenece a la segunda descripción. El escolta de los Houston Rockets se hizo chiquito cuando sus compañeros más lo necesitaban. El resultado de esto es la eliminación en los playoffs de la NBA.

Todo comenzó en el quinto partido de la serie. Vimos basquetbol gratis con los tiempos extra y cuando quedaban 10 segundos en el reloj, los Rockets perdían por tres puntos. Se supone que ahí das el balón a tu mejor jugador, que en este caso es Harden. Entonces, salió una genialidad de Manu Ginóbili para evitar que La Barba empatara el juego. Ahí inició la falta de confianza.

James Harden
Foto: Getty Images

Houston podía empatar la serie y no se veía descabellado. Jugarían como locales el sexto partido y con su gente apoyando a todo lo que da, el ánimo debió de estar por los cielos. No fue así… Además, hay que agregarle que San Antonio jugaba sin dos de sus piezas claves: Tony Parker y Kawhi Leonard.

Durante el partido los muchachos de Gregg Popovich aplastaron a su rival. La ventaja llegó a ser de hasta 32 puntos. Fue una masacre, un partido no digno de postemporada y con un James Harden que no hizo el intento por ayudar a su equipo.

¡El ex del Thunder sólo anotó dos canastas! Los dos fueron triples y, más las faltas en su contra, apenas acumuló 10 puntos. Asimismo acumuló seis pérdidas de balón, defendió mal y cuando tenía la oportunidad de una jugada grande pasaba el balón. Una tristísima actuación para el que se supone contendiente a ser el MVP.

James Harden
Foto: Getty Images

Y es aquí cuando se separan las leyendas de los que sólo juegan bien. Son posiciones diferentes, pero LeBron James se echó a su equipo al hombro desde que entró a los playoffs . Se suponía que Harden podía hacer esto, pero no es así.

Es una cuestión que va más allá de números, de habilidades físicas. Es algo que no se puede medir, es ese factor X que ha creado a basquetbolistas míticos: actitud, hambre de ganar, ganas de ser el mejor. Todo esto parece que no lo tiene el 13 de los Rockets, o al menos eso fue lo que nos mostró.

Para Houston y James Harden la temporada terminó… pero esta derrota y la forma en la que él jugó seguro la recordarán por mucho tiempo.

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