No ha sido una travesía fácil, pero alguien tenía que hacerla.

Tras veinticuatro horas de vuelos, escalas y conexiones, aterrizamos en Boryspil, el aeropuerto internacional de Kiev, en las orillas del Río Dnipro.

El vértigo que provoca la final de la UEFA Champions League se siente desde el aire, y si somos afortunados de estar aquí, hoy deberíamos sentirnos mucho más de lo que somos, pues tan pronto aterrizamos, las pistas de Borsypil comenzaron a saturarse, al punto en el que decenas de vuelos provenientes de Liverpool y Madrid, tuvieron que ser cancelados.

Hasta la media noche, más de mil aficionados rojos con boleto para el partido de este sábado, se encontraban parados en el aeropuerto de Liverpool.

Otros tantos madridistas, se enfrentaban a situaciones similares, sin contar el alto costo del hospedaje, que en estas fechas, puede rozar los 500 euros por un simple cuarto de hotel.

En las calles, el ambiente comienza a calentarse, pero más por los hinchas españoles e ingleses, que por los aficionados ucranianos, quienes de alguna forma, se sienten fuera de su propia final, pues según acusan, el costo de los boletos y la accesibilidad de los mismos ha hecho del partido del sábado, un evento casi exclusivo para turistas.

En las inmediaciones del estadio, decenas de técnicos ya están trabajando en la cancha, en las comunicaciones, en la decoración y por supuesto en la seguridad, para una final que se jugará en el otrora conocido como el Estadio Rojo de Trotsky,  el estadio más antiguo de Ucrania y uno de los más viejos de toda Europa, una morada que de alguna u otra forma se ha vuelto en un silencioso testigo del comunismo, de las revoluciones y del renacer de una nación.

Un estadio, que tras su reconstrucción en 1930 tras la primera guerra mundial, tenía prevista su reinauguración para 1941, una ceremonia que tuvo que posponerse tras la ocupación Nazi que duró hasta 1944 y tendrían que pasar muchos años, para que este Estadio, dejara de ser una joya soviética, y no sería sino hasta mediados de los noventa que el Estadio Olímpico se convirtió de nueva cuenta, en un orgullo ucraniano, en cuyo césped se paseaba Dua Lippa para presentar el espectáculo con el que dará inicio la gran final de este sábado.

Hacia el final del día, Real Madrid y Liverpool aterrizaron en un aeropuerto saturado. Ambos equipos, pisarán mañana, por última vez el campo en el que el sábado, buscarán conquistar la gloria europea.

   

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