Por Daniel Montes de Oca | @montesdeoca11

Dice César Luis Menotti que en todo torneo los equipos se dividen en tres: participantes, protagonistas y candidatos.

México asistirá a su séptimo Mundial de forma consecutiva desde Estados Unidos 1994, y en todas estas ediciones ha superado la Fase de Grupos, cierto; así como también los Octavos de Final han sido su límite.

Históricamente la Selección Nacional es solo un participante de las justas mundialistas, tiene más de 30 años suspirando por ese inquietante quinto partido que se le ha negado por motivos y pretextos diversos.

Los malditos penaltis ante Bulgaria, la falla del ‘Matador’ contra Alemania, el mal planteamiento del Vasco frente a Estados Unidos, el golazo de Maxi, una poderosa Argentina y el “no era penal”…

Aún así, cada cuatro años el aficionado mexicano se reinventa, vuelve a creer, se ilusiona una vez más e invierte su dinero para estar en tierras mundialistas y acompañar a su selección, aunque el llanto y el fracaso sean por lo regular el resultado.

El siempre lúcido Roberto Gómez Junco soltó una frase contundente luego de que el combinado que encabeza Juan Carlos Osorio selló con un discreto 1-0 en casa ante Panamá el boleto a la justa del próximo año: “Ya sabemos que van a Rusia, solo falta saber a qué”…

Y ante la crítica e inquietud, ambas válidas, siempre estarán los porristas disfrazados de periodistas que usarán sus medios para presumir que México clasificó tres fechas antes de que terminara el Hexagonal, recuerdan que hace cuatro años se sufrió y que hoy se reeditó el ‘CA-MI-NAN-DO’ que patentó Ricardo La Volpe.

‘Argumento’ simplista que ni siquiera llega a análisis. La realidad es que este equipo que muchos llaman ‘la mejor generación de la historia’ ya ni siquiera luce ante los débiles (Panamá lo es más allá del cuento y trillada frase de que “las distancias se han acortado”) y frente a los poderosos ha hecho severos ridículos (Chile, Portugal y Alemania).

Dice Marcelo Bielsa que un equipo y su afición deben comprender una forma de jugar, pues esto resulta esencial en cualquier proyecto: “de qué modo vamos a hacer las cosas”.

Lo cierto es que con Juan Carlos Osorio no se sabe. Sus ahora llamadas “alternativas tácticas” (antes rotaciones), la improvisación de futbolistas en posiciones que no dominan, prescindir de los mejores y que viven un gran momento (en su momento Vela y ayer Lozano que no inició) y regalar convocatorias, son solo algunos factores que acarrean muchas dudas y escasas certezas.

Afición, medios de comunicación y el gremio del futbol en general seguramente en su gran mayoría desean que le vaya bien a México en cada competencia internacional, así que no se confunda la crítica con ataques.

No se trata de estar inconformes permanentemente, de cuestionar y juzgar porque es el deporte mundial hoy en día, o de albergar un pesimismo arraigado. No, la labor principal al menos desde preciados espacios como éste, es exponer que la Selección Nacional puede y debe jugar mejor y no porque se clasificó con anticipación en una de las zonas más endebles futbolísticamente hablando (si no es que la más), es obligación celebrar con el rostro pintado de verde, blanco y rojo.

A menos de un año de Rusia 2018, con todo y que es el quinto país en sellar su boleto al Mundial, y con todo y la ‘mejor generación de la historia’ en el balompié azteca, México no asoma una idea de juego esperanzadora, su técnico no conoce la autocrítica y no atiende sugerencia alguna, por lo que esa condición de “participante” tiende a repetirse.

Bien lo escribió Gómez Junco: “Ya sabemos que van a Rusia, solo falta saber a qué”…

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