Diez mil kilómetros después, estoy en las inmediaciones del Kazan Arena. Solo, crudo y desvelado. Si tuviera que escribir un libro de mi expedición a Rusia, tendría que ser algo así como Rusia 2017: Esperanza, Mitos y Tragedias.

Y es que una cosa es que durante meses te adviertan que los rusos casi no hablan inglés y otra es tener que fingir que les entiendes todo… sobre todo cuando ello significa que te sirvan comida que nunca has probado, que no tienes idea de a qué sabe y que en realidad, probablemente no quieras saber que es. Vaya, es como si te dijeran que los políticos mexicanos roban pero poquito.  Yeah Right!

¿Alguien se atrevería a decir qué es este platillo? Yo tampoco….

El reloj de Kazan marca las 2 de la tarde, faltan cuatro horas para que inicie el partido de México y las calles estarían vacías de no ser por algunos policías que fingen cerrar las calles para impedir el paso a los vehículos, que por cierto no existen más que en su imaginación.

Y es que si hay una constante en la Copa Confederaciones, es el poco interés que logra generar por parte de los países sedes. Pasó en Sudáfrica, pasó en Brasil y está pasando en Rusia. La gente sabe que hay un torneo de futbol en su país, pero no está dispuesta a pagar los 70 dólares que cuesta el boleto más barato para ir a ver un partido de futbol en donde no conocen a nadie.

¿El resultado? Estadios prácticamente vacíos. Excepto el de México, que se quedó a 10 mil lugares de agotar todas las entradas. En gran parte, gracias a la marea azteca que invariablemente viaja para acompañar a su selección. No importa cómo, no importa cuándo, ni mucho menos importa dónde.

Y ¿cuáles son las dos palabras más importantes que aprende un mexicano perdido en Rusia? Por supuesto: “dos” que se dice dva, “cerveza” que se dice Pivo, (aunque cervezas en plural es Piva), que por favor es pozhaluysta y que gracias que se dice spasiva. Es decir, la frase que más usarás en Rusia es “Dva piva pozhaluysta….spasiva!

Con ese grito de guerra llegamos al Estadio para convertirnos en testigos de un partido histórico. En primera; porque pocas veces podemos presumir tener una selección cuyos once jugadores titulares juegan en el fútbol europeo, y segundo; porque esos once jugadores europeos se convirtieron en los protagonistas del primer gol que se invalida en un torneo oficial de la FIFA, gracias al uso de la tecnología VAR, que cual si fuera un aire de la ‘Rosa de Guadalupe’, logró perdonarnos el gol de Pepe.

Desgraciadamente, no nos salvaríamos de los goles de Quaresma, ni de Cedric, que adelantaron en dos ocasiones al equipo portugués, solo para demostrarnos que si hay algo que parece tener esta selección, es precisamente corazón, para sobreponerse en los momentos más difíciles a un marcador que dadas las circunstancias del partido, parecía lapidario.

México ha debutado en la Copa Confederaciones, un torneo que durante mucho tiempo se ha señalado por ser “un ensayo para los equipos” de lo que podría ser el Mundial, pero que en este caso, ¡créanme que el ensayo es pero para los aficionados que desde ahorita estamos tratando de aprender todas las mañas rusas!

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