Hay de cataclismos a cataclismos, y por supuesto las catástrofes que ha provocado el arbitraje mexicano. Desenlaces que han dejado abierto cientos de debates para los siglos de los siglos. Penaltis que han provocado inmensas migrañas, ira… una cólera infinita. Son pues, el guion perfecto de Hitchcock.

Jugadas decididas por los pelos de un gremio proclive a la sospecha. Ya lo decía ese extraordinario escritor, Eduardo Galeano, “El arbitro es arbitrario por definición, un tirano que ejerce sin oposición posible”. Bien que lo sabe todo el clan futbolístico, (Directivos, jugadores, aficionados), el trabajo del árbitro es hacerse odiar. Es sin duda, la gran verdad de esta misa pagana. Cada vez que pita un árbitro mexicano en el tapiz verde se escenifica la última cena, y por amarga verdad que sea esta, las cosas nunca terminan bien…

Ahí esta Joaquín Urrea, sin duda, el máximo representante de la farsa. Urrea, que pitaba el tercer juego de la final entre América y Pumas, (1984-85), maquinó su propio drama, y señaló un penal en contra de Pumas, bastante polémico. El problema no fue si era o no penal, sino que Urrea se enredo en su propia mentira, y en la siguiente jugada, una repetición de ese penal, pero del lado contrario, decidió no pitarlo. Urrea había consumado la gran obra de la mentira…

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Sí algo no tienen los hombres de negro es humildad, después de la gran mentira de Urrea, una lista inmensa ha caído al espacio verde. Para tristeza de esta liturgia, Joaquín puso el ejemplo y una decena de militantes lo han seguido. Lo que hace la mano, la hace el de atrás, y Marco Antonio Rodríguez, el alumno, superó a Joaquín Urrea, el maestro…

Marco Antonio Rodríguez, pitaba la vuelta de la final entre Monterrey y Toluca, (2005), `Chiquimarco’ hizo de las suyas, y tras un 3-3 fascinante en la ida, le dio al traste en la vuelta. Rodríguez expulsó tres jugadores de Monterrey, el diablo aprovechó la miopía arbitral y fue campeón…

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Un ataque de importancia tuvo Roberto García Orozco en el 2008. Jugaban Toluca y Cruz Azul la gran final de vuelta. Con el marcador global (2-1) a favor de los Diablos, José Manuel Cruzalta ´noqueo por la vía del cloroformo´ a Cesar Villaluz, Roberto García Orozco, ni siquiera se inmuto. Villaluz se fue a negros, y García Orozco a las catacumbas…

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Bien dicen que cuanto más se odia, mas se necesita. No es el caso de Paul Delgadillo. Parece que su vestimenta negra refleja el luto de las finales del futbol mexicano que ha dirigido. En el 2014, con América y Tigres en la final, expulsó a tres jugadores regios (Darío Burbano, Damián Álvarez y Nahuel Guzmán) que terminaron derrotados 3-0 en el Coloso de Santa Úrsula y viendo cómo América levantaba el trofeo de campeón…

El colmo de todos los colmos, fue otra vez Paul Degadillo en la misma final dos años después. Porque otra vez hizo de las suyas. Se inventó un penal a favor de América. Y lo peor Andre-Pierre Gignac salió lesionado del encuentro en una jugada que fue falta dentro del área, pero que no se señaló…

Sin duda, el arbitraje pita con dos lazarillos, esperemos que esta vez, use lentes de contacto, por lo menos.

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