Mucho ha pasado que jugadores dejan una institución donde les fue mal, cambian de aires y de ahí se convierten en estrellas. Con Cruz Azul más pues esa mala racha de finales perdidas y esos 20 años de sequía de título.
Uno de esos pasó de ser un verdadero petardo a pieza fundamental para un equipo en la MLS. En la Noria no lo recuerdan con mucho cariño es nada más y nada menos que Víctor Vázquez.
El español llegó desde el Club Brujas de Bélgica. Su experiencia y nivel mostrado en el viejo continente ilusionaba mucho a la afición celeste. Tenía cadencia para mover la pelota, buen timing y gol.
Llegó al equipo mexicano el 8 de enero de 2016 cuando se hizo oficial su fichaje definitivo. Se dice que se pagaron más o menos dos millones de euros por él y le dieron un contrato de tres años.
Al principio se le dio chance por el bajo desempeño. Ya saben, que la adaptación a la liga, la altura de la ciudad, otra cultura, etcétera. Sin embargo, cada vez era más evidente que nos lo vendieron como un crack y terminó siendo puro humo.
Apenas anotó una vez en toda su estancia y fue ante los Pumas en la Jornada 9 de ese torneo. La cuestión es que la baja de nivel y una lesión lo marginaron mucho. Tanto que se fue a recuperar a España porque al parecer acá en México los médicos no le ayudaban lo suficiente.
Fueron muchísimas malas experiencias y pasaron rápidamente del amor al odio. El jugador ya no quería estar acá y pidió su traspaso. Al inicio se lo negaron y terminó marginado, al final pudo irse al país del norte, donde ahora es figura.
Sí, Víctor Vázquez ahora resulta que sí podía jugar bien. En 31 partidos que acumula con el Toronto FC lleva nueve goles y la increíble cantidad de 16 asistencias. Es muchísimo para alguien que se suponía estaba acabado.
Por si fuera poco es un gran socio de la gran estrella del club, Sebastian Giovinco. Entre estos dos tienen al equipo canadiense en la final del torneo.
Es gracioso ver cómo alguien que salió de Cruz Azul sí le puede ir bien. Lo de la Máquina es inexplicable, pues traen buenos futbolistas pero jamás terminan por encajar.
