El futbol mexicano ha sido manchado por la violencia de sus hinchas, esos a los que alguna vez el escritor Eduardo Galeano definió: “El fanático llega al estadio envuelto en la bandera del club, erizado de objetos estridentes y contundentes, y ya por el camino viene armando mucho ruido y mucho lío. Nunca viene solo. Metido en la barra brava, peligroso ciempiés, el humillado se hace humillante y da miedo el miedoso.”

Horas antes del Clásico Regio, la Liga MX sufrió un traumatismo craneoencefálico de las manos de su propia fanaticada. Un núcleo de dos de sus aficiones condecoradas como las mejores de México decretaron un estado de sitio a 7 kilómetros de un estadio de futbol.

No se trata de sucesos de la época de las cavernas, sino ocurridos en los últimos días en la Liga Mexicana. Acontecimientos que se repiten semana a semana en las plazas de este extraordinario deporte.

En la Jornada 1 por ejemplo, en Veracruz: fue apedreado un camión donde viajaban aficionados de Pumas. Hubo 15 personas heridas y 10 detenidas.

En la 2, en una plaza comercial cerca del estadio León, se suscitó una descomunal pelea entre seguidores de Monterrey y León. Para la 5, en pleno estacionamiento del Estadio Azteca, seguidores de Cruz Azul fueron agredidos por los de León.

La violencia del futbol nace en las redes sociales

Las redes sociales han abierto una Caja de Pandora de donde salen discursos cada vez más radicales que exaltan el odio y la violencia.  Al ser un fenómeno ‘nuevo’, y dada su innegable complejidad, los documentos y tratados de derechos humanos no contemplan como tales los discursos radicales.

La Unesco define el discurso de odio en la red como aquel que enfrenta a grupos de individuos mediante un lenguaje amenazante: “Es el antidiscurso que cancela la posibilidad de entendimiento con los otros, que favorece la discriminación y enaltece la violencia. Es también esquivo, anónimo y su carácter transnacional complica su regulación. Es un tipo de afrenta facilitada, paradójicamente, por las redes sociales digitales, y constituye uno de los temas que más preocupan a la comunidad internacional”.

Uno de cada 3 usuarios en redes es violento o racista

De acuerdo a un estudio de la Cadena SER, una de cada tres personas que comentan partidos de futbol en redes acaban insultando a alguien.

“De los casi dos millones de mensajes analizados, el 20% son violentos (el 26,1% si descartamos los mensajes meramente informativos y nos quedamos con los opinativos). Y si ponemos la lupa en estos mensajes violentos, encontraremos que, más allá de los insultos genéricos, un 12,1% muestran discriminación social (“mierdas”, “fascistas”, “putos”…), un 10,6% son machistas (“puta”, “mujer”, “cama”…), un 7,7% son homófobos (“marica”, “maricón”, “gay”…) y un 6,7% son racistas (“negro”, “mono”.).”

Facebook alberga grupos privados que enaltecen la supremacía de las porras; en YouTube es fácil encontrar canales de sus líderes; y, en Twitter, redes de bots y trolls ayudan a propagar el odio ‘aniquilando’ al adversario.

Recientemente, el fenómeno de las noticias falsas comenzó a empañar la normalidad de país; un problema para la vida democrática que deja un espacio cada vez más estrecho para que los ciudadanos expresen inquietudes e, incluso, posturas de manera civilizada.

De hecho, el Centro de Investigaciones Pew de Estados Unidos realizó, un estudio en el cual comprueba que, cada vez más, las personas prefieren no expresar sus opiniones, para evitar ser acosadas.

Y sin embargo, hay quienes aún tratan de salvar este deporte.

Es preciso reconocer que el odio no es una invención de las redes digitales. Ya que hay quienes usan la red para promover causas justas.

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