El 17 de julio de 1976 Stéphane Préfontaine y Sandra Henderson, un par de jóvenes de 15 años, fueron los encargados de encender el pebetero olímpico en el Estadio Olímpico de Montreal. Con esto dio comienzo la edición número XXI de los Juegos Olímpicos de la era moderna.

Se tuvo la oportunidad de observar actuaciones memorables. Nadia Comaneci finalizó con la primera calificación perfecta en la historia de la gimnasia. Además, se rompieron 27 marcas mundiales en el transcurso de los juegos, sin embargo, no todo lo que se vivió en suelo canadiense fue una fiesta.

Foto: Especial

La organización le terminó costando 2 mil millones de dólares, de aquella época, a la ciudad de Montreal. El costo original era de 310 millones pero, los problemas laborales, durante 155 días se detuvieron las construcciones de los diferentes escenarios por huelgas de los trabajadores, la creación de un estadio que no estaba planeado y el incremento en la seguridad después de lo que ocurrió en Múnich 1972, dejó a la ciudad en deuda durante la siguientes tres décadas.

Fue hasta el 2006 que la ciudad terminó de pagar la deuda por organizar el evento y esto se dio gracias a que se originó un impuesto especial hacía el tabaco. Además, al Estadio Olímpico hasta la fecha se le conoce como el “Gran Error”, por el elevado costo que tuvo.

En el ámbito político las cosas tampoco fueron sencillas y muchas naciones decidieron no participar. En aquella época se vivían tiempos difíciles por el tema del Apartheid y 26 países, la mayoría del continente africano, decidieron no asistir a los Juegos Olímpicos.

La razón fue que el Comité Olímpico Internacional permitió que Nueva Zelanda estuviera presente a pesar de que la selección de rugby del país de Oceanía había enfrentado a los Springboks de Sudáfrica, país que se encontraba excluida por el COI por sus fuertes políticas de segregación racial.  Por primera vez en la historia de los Juegos, se realizó un boicot de forma oficial.

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De igual forma, Taiwan, actualmente conocida como China Taipéi, declinó la invitación de asistir por temas políticos. En 1970 de forma oficial el gobierno de Canadá  y la mayor parte de las Naciones Unidas, decidió reconocer  a la República Popular de China. Esto generó tensión entre los gobiernos de Canadá y Taiwan, ya que los segundos se hacían llamar la República de China. 

En 1975 la RPC envió su solicitud al COI para que pudieron participar  en la edición de Montreal 1976, ya que no asistían a unos Juegos Olímpicos desde Helsinki 1952 y habían abandonado a la organización en 1958. Pero una de las exigencias que tuvieron fue que a Taiwan no se le permitiría asistir, ya que ellos los consideraban como una provincia.  Sin embargo, Taiwan había asistido a las ediciones que la RPC no fue, bajo el nombre de la República de China.

Un día antes de que comenzaran los Juegos Olímpicos, el primer ministro de Canadá, Pierre Trudeau’s, le permitió a Taiwan participar, siempre y cuando lo hicieran bajo ese nombre y no el de la República de China, pero la nación asiática no aceptó. Mientras que la RPC se ausentó porque el COI reconoció a ambas naciones como independientes.

También se generó mucha polémica por el tema del antidoping. Alemania del Este fue fuertemente acusada de haber suministrado a sus atletas con sustancias ilegales, no obstante, en aquel momento no se pudo comprobar nada. Fue hasta 1991 que documentos oficiales del país comunista salieron a la luz, donde se demostraba que de 1973 a 1989 realizaron este tipo de actividades.

Como podemos ver, estos Juegos son dignos de recordar por muchas razones, ya sean positivas o negativas.

***Fotos: Getty Images

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