Alguna vez se ha escuchado la frase de que la ciencia avanza a pasos agigantados. Probablemente nadie lo note pero, para aquellos que tienen la fortuna de presenciar esos “milagros” lo primero que quieren es que esto se grite a diestra y siniestra. Por eso es que la buena nueva de que un hombre paralítico ha vuelto a caminar es algo que todo el mundo lo tiene que saber. ¿Por qué? Porque es un gran avance científico que no consistió en una operación de columna o algo similar, sino a un implante que se puede controlar con la mente.

De acuerdo a información de Independent UK, los doctores de la Clínica Mayo en Minnesota implantaron un electrodo con “control remoto” en la espalda de Jered Chinnock con la finalidad de estimular los nervios que todavía le quedaban en la columna, para que así él pudiera levantarse y caminar poco más de 100 metros, lo cual equivale a lo que mide un campo de futbol americano. Esto lo hizo con la ayuda de una andadera con ruedas, para que se pudiera apoyar y no tuviera ningún problema secundario como caerse.

Esta fue la primera vez que Jered, de 29 años, pudo caminar por sí solo desde que tuvo el accidente en una pista de esquí cinco años atrás. “Fue muy emocionante, pero todavía está en las primeras etapas de investigación”, explicó la neurocirujana, la doctora Kendall Lee, quien colaboró con el equipo de la Clínica de Mayo en Rochester, Minnesota. 

“La razón por la cual esto es importante es porque el paciente, con tan solo pensarlo, pudo hacer que se movieran sus piernas. Esto es tan importante como que nosotros pudiéramos hacer que él se levantara de manera independiente y caminara por sí solo”, añadió Lee, que también comentó que en cuanto el electrodo con “control remoto” fue apagado, el hombre inmediatamente volvió a quedar paralítico de la cintura para abajo.

Este avance histórico en la ciencia y la medicina, es una técnica innovadora que usó el equipo de la Clínica Mayo, que consistió en implantar, además del electrodo, una batería en el abdomen que fue conectada a éste a través de un cable escondido debajo de la piel. 

Los médicos están emocionados de este avance, pero todavía tienen que establecer las estipulaciones eléctricas en la espina dorsal para así restaurar el movimiento de manera voluntaria. También el equipo de la clínica cree que esto puede depender de las fibras nerviosas residuales que mantengan abierto el canal de comunicación entre la columna y el cerebro. 

“Ahora creo que el verdadero reto comienza, y sobre todo entender cómo es que esto fue posible, por qué sucedió, y qué pacientes responderán”, comentó el investigador Kristin Zhao, doctor y director del laboratorio de restauración y asistencia tecnológica de la Clínica Mayo. 

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