En un primer momento, uno podría pensar que los multimillonarios pasan su vida entre lujos extravagantes y modas alocadas. Que pasean su Ferrari por su sala y que compran pequeñas islas para bombardearlas. Lo cierto, es que, según el libro de Thomas J. Stanley y William D. Danko, El vecino millonario, se trata de sujetos mucho más tranquilos.
Tres de los personajes con más dinero en el mundo son Bill Gates, Carlos Slim y Amancio Ortega. Entre los tres juntan un patrimonio de 212 mil millones de dólares, una montaña de dinero más grande que la que tienen muchos países pobres. Según Stanley y Danko, los tres tienen hábitos bastante mesurados, pues la clave de su éxito es que siempre han sido ahorrativos.
Su disciplina laboral es inmensa, y se enfocan casi de manera obsesiva en hacer más dinero. Quizá el más importante de sus hábitos sea la diversificación. Los tres tienen un negocio principal (Microsoft, América Móvil e Inditex, respectivamente), pero ninguno se limita a trabajar en eso. Las inversiones de Gates se encuentran en todas partes, lo mismo recibe dinero de la empresa de software que fundó, que de Coca Cola, Televisa o Wal Mart. Muchísimos mexicanos producimos dinero para Slim, porque aunque no estemos afiliados a su compañía de telecomunicaciones, fumamos, tomamos café, compramos pasteles o leemos el periódico; entre muchas otras cosas. Por su parte, el dueño de Inditex se ha concentrado en la industria textil, pero eso no evitó que en la crisis europea invirtiera 5 millones de euros en bienes raíces de distintas ciudades.
En suma, El vecino millonario sugiere que el millonario ideal es un hombre (sí, “hombre”) de más de 50 años, obsesionado con el trabajo y que coloca sus inversiones en muchos lugares al mismo tiempo. Lo que no menciona, por supuesto, son las prácticas monopólicas, la explotación laboral e incluso la esclavitud en las que se han visto envueltas sus empresas. Como sea, no deja de ser un buen ejemplo del culto a los millonarios que aparecen en Forbes, un culto maqueavélico sin duda, pues sugiere que cualquiera puede ser como ellos si trabaja sin descansar.