Por Esteban Illades

Ayer por la noche México jugó contra Estados Unidos en la sexta fecha del Hexagonal de la Concacaf para clasificar al Mundial de Rusia 2018. El partido no fue la gran cosa, salvo un par de golazos, y más de uno se preguntó por qué Jesús “Tecatito” Corona había abandonado la concentración.

Sin embargo, nada de eso fue lo más importante del duelo. Ese lugar lo ocupa el grito de “puto” a todo pulmón por gran parte de la afición.

Desde antes de empezar el juego, la Federación Mexicana de Futbol (FMF) y el Estadio Azteca hicieron un pequeño esfuerzo para evitar que la gente gritara la palabra que le ha costado ya siete multas a la FMF.

Abajo de la zona de palcos, un cintillo verde, blanco y rojo decía “Cantar ‘puto’ no te hace más mexicano, ayúdanos a evitar una sanción”. Otro texto recordaba “El problema no es que grites, sino la palabra que utilizas”.

A la par, la federación puso bufandas verdes en cada una de las butacas del estadio. Las bufandas, que decían “Selección Nacional de México”, venían acompañadas de un pequeño instructivo de cómo utilizarse. Debían agitarse en los tiros de esquina, se les tenía que dar vuelta después de un gol. Todo para que se hiciera un mosaico de miles de mexicanos.

Pero, ya que esto es México, el asunto salió espectacularmente mal.

Mosaico Seleccion Mexicana Estadio Azteca

Las bufandas cumplieron una función muy distinta. Cuando Brad Guzan, el portero de Estados Unidos, se preparaba para despejar –ya fuera una jugada normal, un saque de meta o una falta; vaya, con que sólo tocara el balón–, la mayor parte del estadio comenzaba a hacer ruido con los pies. Después daba vuelo a la bufanda y al final lo culminaba con esas cuatro letras al unísono: puto.

El sonido local, tal vez tratando de convencer, tal vez tratando de tapar el insulto para que la FIFA no lo escuchara, gritaba algo así como “futbol” cuando eso sucedía. A veces le cambiaba un poco: los altavoces tocaban el coro de “Cielito lindo” para que la gente cantara en lugar de insultar.

No funcionó. De hecho, cada que sonaba la canción, alguien atrás de mí vociferaba “Callen esa pinche música” porque quería gritar a gusto.

Cada que el “Cielito lindo” hacía su aparición, la gente lo tomaba más como afrenta que otra cosa. Gritaban más fuerte. Se coordinaban mejor. En cambio, cuando en la sección de hasta arriba se intentó hacer la ola, no hubo solidaridad alguna. Primero se intentó que la porra estadounidense, atrás de la cabecera sur, participara. Pero cuando no respondieron, las quejas no se hicieron esperar: “gringos putos” fue el grito.

A juzgar por la risa con la que se gritaba, el “puto” no va a desaparecer pronto del estadio. Sí, se seguirá multando a la Federación. La última sanción fue de poco menos de 200,000 pesos, que, para estándares del futbol mundial, es muy poco. (Es más o menos lo que Cristiano Ronaldo gana cada hora.)

Aficionada Mexicana Pancartas Puto Estadio Azteca
¿Y las bufandas? Una aficionada de México llevó sus pancartas para el México vs Estados Unidos / Getty

Lo que tendría que suceder, según el reglamento de la FIFA, es que después de la multa, que no ha servido, viniera un veto al estadio, o un partido a puerta cerrada. En caso de que eso tampoco sirviera, una consecuencia todavía más seria sería la pérdida de puntos por parte del equipo local.

Tal vez así sí habría un tipo de reacción, tal vez así se entienda que lo que se grita está mal. Mucha tinta se ha usado para decir que “puto” no es “homosexual”, que “puto” es cobarde y no es ofensivo. O como decía un tuit que vi el otro día, “Si el portero es puto ¿pa qué se ofende? Si el portero no es puto ¿pa qué se ofende? No todo se trata de ustedes” (sic). Es cierto, las palabras tienen significados y matices. Pero en este caso es imposible no separar la palabra “puto” del odio. Si eres “puto” eres menos. Si eres “puto” eres inferior. Si eres “puto” no eres persona.

Como escribió el gran Jicito, compañero de espacio aquí en Sopitas, hace unos años, refiriéndose a la gente que grita “puto” en el estadio:

“No saben lo que es que te griten ‘puto’ y no sepas qué hacer. No saben lo que es que te golpeen mientras te dicen ‘puto’ y no sepas qué hacer para que no vuelva a venir otra golpiza. No saben lo que es estar solo y que hasta las niñas te digan ‘puto’. No saben lo que es amanecer todos los días odiándote a ti mismo por ser tú y no poder dejar de ser puto. Pero ellos sólo saben que gritar puto amedrenta, alienta o… divierte. La gente hace cosas cuando le dices ‘puto’”.

Pero las cosas no van a cambiar al menos que en verdad se tomen medidas drásticas. De una manera muy torcida, si algo unió a la gente que fue a ver a la selección ayer fue eso. No la bandera, no el himno, no la ola. La idea de que todos pueden gritar lo mismo. De que están participando en algo que está mal y nadie los va a castigar por eso. Como niños de primaria que se salen con la suya.

En la segunda mitad del partido, Darlington Nagbe, jugador afroamericano, entró a la cancha. El compañero del señor que estaba sentado atrás de mí, el que que quería que quitaran el “Cielito lindo” para poder putear a gusto, le gritó “pinche negro”. El señor, en tono serio, lo regañó. Palabras más, palabras menos, le dijo que no dijera “pinche negro” porque estaba mal.

Segundos después, los dos se echaron a reír.

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Esteban Illades

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