Por: Rulo – @ruleiro

Vuelta por el universo

Una colección quincenal de cosas que leer, ver, escuchar, comer y/o evitar.

Peter Gabriel para todos.

Tras resistirse férreamente durante algún tiempo, Peter Gabriel ha decidido que es hora de compartir su catálogo en las diferentes plataformas musicales, incluyendo Spotify, la de mayor número de usuarios, a partir del 18 de mayo. Celebremos esta decisión, que por un lado facilita las cosas para muchos de sus entusiastas, y por el otro abona a la trascendencia de su legado, al permitir que las nuevas generaciones puedan acceder de manera sencilla a la obra de artista ambicioso, complejo, con principios muy firmes, difícil de estereotipar y sumamente influyente.

La primera fase incluye sus siete álbumes de estudio y un par de compilaciones de grandes éxitos. Quedan pendientes sus bandas sonoras, los discos de covers, las grabaciones en directo y sus experimentos orquestales.

Esta oportunidad de revisar la discografía del maestro Gabriel, aunque sea parcialmente, pone en evidencia su calidad como artista, su valentía al correr riesgos, su espíritu innovador y su imponente proceso evolutivo. En su primer larga duración se nota claramente cómo lucha por alejarse —a veces sin éxito— del sonido progresivo de Genesis, el grupo que comandó antes de probar suerte como solista. Para el segundo, de 1978, —los primeros cuatro no tienen título y se identifican por un número y por lo que se muestra en las portadas, que diseñó el reputado estudio Hipgnosis– ya se le nota mas cercano al new wave y al post punk. En el quinto, el So, emerge convertido en una estrella del pop gobernado por la televisión musical. Es en también en ese disco donde se revela con mayor claridad su atracción por eso que algunos llaman las músicas del mundo, que marcaría el resto de su obra.

Hipgnosis
Peter Gabriel

Vale la pena darse una vuelta por su perfil de Spotify, sumergirse en sus álbumes, ya sea para conocerlo, para reconocerlo o para escucharlo con nuevos oídos y sorprenderse ante su genialidad. También recomiendo los playlists que ahí mismo se ofrecen, en el que su música está organizada de diferentes modos. Hay uno de sus colaboraciones con otros artistas que es particularmente interesante.


24 horas de comida en la Ciudad de México.

Alonso Ruvalcaba (con fotografías de Andrea Tejeda)

Editorial Planeta

Ruvalcaba es un tipo controvertido. Muchas veces, pero no siempre, va contra la corriente. Sus reseñas de restaurantes han puesto al borde del colapso nervioso a varios chefs. Y es que así como puede encontrar virtudes de estrella Michelin en la torta de queso de puerco que despachan en una miscelánea de Coyoacán, también es capaz de desnudar (y demoler) el menú molecular de un cocinero que ha pasado por el laboratorio del Buli. Sin embargo, para mí y para algunos que saben más que su servibar de estos que yo, es el mejor escritor gastronómico de esta ciudad. Su dulce uso de lenguaje, su ácido sentido del humor, su amarga sinceridad y su sazón narrativo no lo tiene nadie más.

24 horas de comida en la Ciudad de México

Este libro, que comenzó como un artículo del extinto periódico semanal Frente, es un recorrido frenético por las calles de eso que antes llamábamos D.F., organizado en 24 horas. Los personajes que habitan este libro recorren mercados (empezando por la Central de abastos), visitan restaurantes impagables de Polanco, hacen escalas en tacos que se sirven desde las cajuelas de autos obsoletos.

Nosotros los lectores podemos sufrir un ataque de ansiedad con sus descripciones profundas, a veces tantito barrocas, de tacos, tortas, tostadas, tamales si no hay algo así de sabroso a la redonda. Es un libro, entre otras cosas de barbacoa, carnitas, moronga, chicharrón prensado. Nos revela panaderías que venden pan de muerto todo el año, cochinitas pibil de antología y el otro barrio chino de la capital que no es el de la calle de Dolores. Un maldito capitulo está dedicado por completo a la oferta de chilaquiles.

Y abarca toda nuestra ciudad, Olivar de los Padres e Iztapalapa, Narvarte y Villa Coapa. Afortunadamente no es un libro más sobre la Roma, la Condesa y demás barrios atravesados por el rayo gentrificador. Lo cual es una razón mas para acercase a esta obra maestra.

Lo pueden comprar aquí

Y acá se puede leer el artículo que originó el libro


El hotel de los corazones solitarios. Y otros (muchos textos de rock).

José Agustín.

Grijalbo.

Otro libro. Este también es muy bueno y creo que muchos de ustedes lo pueden disfrutar. Es una colección de escritos hechos por el gran José Agustín sobre rock (y otras músicas, principalmente) y cine. Para los que no sepan de quién estamos hablando: Agustín es una figura notable, revulsiva, de las letras mexicanas de la segunda mitad del siglo XX. Se consagró gracias a novelas como De perfil o La tumba, que escribió siendo aun muy joven. Después hizo otras novelas de mucho nivel, cuentos, guiones y sus famosas Tragicomedias Mexicanas. Además fue —al menos eso me asegura el Botello mayor Sergio Araú que es casi de su generación— el primer crítico de rock de este país. José Agustín conoce bien la música, el contexto que la produce y los efectos que causa en la sociedad.

Hotel de los Corazones Solitarios

Eso, sumado a su prosa irreverente, da como resultado un combo ganador. Y su rango es amplio: puede hablar con la misma sapiencia de los primeros grupos de Doo Wop o de la electrónica bajacaliforniana de Murcof. Hay temas en los que me parece particularmente relevante lo que dice: Avándaro y Alex Lora, Rolling Stones, y Bob Dylan. Además de su valor didáctico, es bien divertido. Además, por si a alguien le importa, tuve el honor de escribir el prólogo.

Ese lo compran acá a partir de la semana que entra

Rulo: Vuelta al Mundo

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