Ali Cobby Eckermann verá su estilo de vida cambiar completamente. Al menos así lo considera, luego que por e-mail fue informada de ser acreedora a uno de los galardones literarios más generosos en el mundo: el premio Windham-Campbell, cuya bolsa asciende a 165 mil dólares. “Prácticamente sólo lloraba”, confiesa la poeta.

Para Eckermann, una mujer Yankunytjatjara/Kokatha, el dinero le da la oportunidad de reunirse con su familia: “mi hijo y mis nietos estarán de nuevo en Australia del Sur en los próximos meses, y esto nos acaba de permitir una cierta estabilidad para estar juntos, bajo el mismo techo”.

Oriunda de Australia, donde vive (o vivía) en un remolque con su anciana madre adoptiva, comentó para The Guardian que no sabía ni qué pensar al enterarse del reconocimiento al que se hizo merecedora.  Quizás no por el hecho de no considerar que su obra fuera digna del premio, sino por el hecho de ser considerada. “Estoy fascinada de saber que me conocen”.

Integrante de las llamadas “Generaciones Robadas” de Australia, Eckermann plasmó su vida en obra. Este elemento fue tomado en cuenta por el jurado para concederle el galardón. “Ali Cobby Eckermann se enfrenta a la violenta historia de “Generaciones Robadas” de Australia y les da lenguaje a los linajes callados por el trauma y la pérdida”, señaló el jurado.

En efecto, Eckerman fue uno de tantos niños nativos que durante décadas fueron sustraídos de sus madres, tanto por el gobierno australiano como por misioneros, con el objetivo de “integrarlos”.  Tal como lo escribió en su libro de memorias Too Afraid to Cry,  ella fue “robada” de su madre cuando era un bebé, al igual que su madre de su propia familia cuando niña.

La autora ha publicado una novela en verso y un libro de memorias, además de varios poemarios. Precisamente uno de estos últimos fue el que la colocó como una de los ocho escritores que recibieron el Premio Windham-Campbell de este año, el cual dio a conocer a sus ganadores esta semana.

Eckermann nunca sabrá quién la nominó, ya que el proceso para otorgar el premio se lleva en completo anonimato. De hecho, el Windham-Campbell es uno de los pocos premios cuyos ganadores son tomados por sorpresa, ya que nunca son avisados de su nominación. El galardón es coordinado por la Universidad de Yale y no tiene un proceso de nominaciones abierto, pero éstas se toman de miembros designados de la comunidad literaria.

Otro ejemplo de qué tan sorpresivo es saberse ganador de este galardón lo ofrece la escritora Helen Garner, quien el año pasado se enteró de su premio después de checar la papelera de reciclaje de su e-mail.

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