Cada década tiene su grupo de estrellas de cine, aquellas personalidades que sirven como íconos de un momento en el que destacan ciertas ideologías, estilos de vida y características fílmicas. Entre la década de los 50 y los 60, una de esas representantes fue Doris Day, conocida por ser una de las musas de Alfred Hitchcock y quien murió a los 97 años en su casa de Carmel Valley en California.

Doris Day, como mencionamos, fue un ícono de su época, actriz nominada al Oscar y una artista que exploró varios rubros dentro del cine como el drama, el suspenso y hasta los musicales. Fue considerada como una de las primeras girl-next-door que sobresalió por su capacidad para hacer comedia sin perder su estado natural de belleza y sensualidad. Su estilo, durante algún tiempo, pudo haber influido la imagen de Cameron Díaz.

En 1959, protagonizó junto a Rock Hudson, la película Pillow Talk y por la cual se llevó una nominación al Oscar en 1960. Grandes comedias fueron protagonizadas por Doris Day, uno de los prototipos de rubia, como Love Come Back, Send Me No Flowers y Romance on the High Seas. Sin embargo, uno de sus puntos más altos llegaron en 1956 cuando protagonizó The Man Who Knew Too Much de Hitchcock junto a James Stewart, sumándose a una exclusiva lista de actrices que sirvieron como musas de Hitchcock dentro de un mismo prototipo: rubias y hermosas. Con esta cinta, Day se llevó un Oscar por la canción “Qué será, será”.

Su talento para el canto la llevó a las puestas en escena y la comedia musical con Tea for Two, On Moonlight Bay y By the Light of the Silvery Moon, y también a  Broadway. Doris Day lanzó durante toda su carrera, un total de 29 discos de estudio que presentaron canciones de películas y originales. En 1968, 10 años después de los picos en su carrera, protagonizó su propia serie de televisión bajo el nombre The Doris Day Show, esto durante cinco años.

La imagen de girl-next-door siempre representó un problema para Doris Day, pues negó de este estilo considerando que la afectaba de forma directa. Además, en alguna ocasión, se mencionó su imagen virginal y pura, algo que tampoco consideraba cierto ni para su beneficio. Sin embargo, con su nacimiento como estrella de la música en los 40, resultó innegable la relación de su imagen con estos conceptos.

¿La razón? El fin de la Segunda Guerra Mundial y el regreso de las tropas americanas a casa bajo un himno: “Sentimental Journey” interpretado por ella y que fue tomado como un estandarte de aquellos que superaron las atrocidades de la guerra y lograron volver con sus familias.

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