Bill Plympton es un toda una leyenda en el mundo de la animación, y por eso, su presencia en Cuernavaca durante el Festival Pixelatl es sumamente importante.

Vestido con bermudas, sandalias y camisa, Plympton llegó a este festival para contar cómo se convirtió en uno de los animadores más importantes y respetados del medio. Para empezar, compartió con su audiencia la que él considera la fórmula del éxito para un animador independiente:

  • Qué tu película sea corta
  • Que sea barata
  • Que sea chistosa

Bill es nativo de Oregon, región de la que proceden muchos de los grandes animadores.

“Yo sabía dibujar y quería ser animador, lo supe a los 6 años, cuando veía las caricaturas.

Mi papá era banquero y era muy gracioso, hacia reír a todos y yo quería hacer lo mismo, pero con imágenes”.

Al salir de la escuela, Plympton se topó con un período donde la animación estadounidense atravesaba por un momento difícil. Los principales estudios estaban pasando por una aguda crisis económica y las oportunidades para trabajar en ellos escaseaban.

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En 1987 realizó su primer caricatura, acerca de un señor que cantaba haciendo gestos raros.

“Sólo dura tres minutos y la primera vez que la vi en pantalla quería esconderme pues trataba sobre una historia muy tonta. A los tres minutos de haber empezado el corto la gente comenzó a reír, y esa era la primera vez que pasaba por una experiencia así. Vi que mis dibujos producían risa y me sentí extasiado”.

Ese corto cambió su vida, lo compró MTV, fue exhibido en varios festivales y obtuvo una nominación al Oscar. Desde entonces Plympton siguió haciendo lo mismo obteniendo excelentes resultados.

A pesar de que su nombre ya era reconocido, cuando fue a tocar la puerta a varios estudios en Hollywood todos lo rechazaron. Y es que su estilo es muy diferente al que comercialmente usan las grandes empresas de entretenimiento:

“Mis películas no son perfectas, si ven las de Pixar estas no tienen ningún error. En cambio a mí me gusta conservar los defectos”.

Por eso, decidió volverse animador independiente, siguiendo el siguiente proceso:

“Ya que tienes un corto, lo mejor que puedes hacer es mandarlo a muchos festivales. Y es ahí donde muchas cadenas de animación están buscando buen material para comprarlo”.

Hay muchos festivales que son gratuitos, por lo que no se pierde nada enviándolos, incluso a los Premios Oscar. También puedes subsistir vendiendo tus cortos a empresas, canales de televisión, lanzando colecciones en video, exhibiéndolos en cines por medio de funciones que recopilen cortos animados o incluso vendiendo tus dibujos originales.

De esta forma ha producido siete largometrajes y más de 40 cortometrajes animados (algunos de ellos escritos, dibujados y animados enteramente por él). Además ha publicado un libro de cómics, realizado videos musicales animados, y colaborado con la animación y gráficos de videojuegos y películas documentales. Su trabajo ha sido transmitido por televisión en varios programas a lo largo de las décadas (señaladamente en MTV en la década de 1990) y forman parte de diversas antologías.

Sus cartones e ilustraciones han sido publicados en New York Times, The Village Voice, Rolling Stone, Vogue, y Vanity Fair entre otras revistas y más de 20 periódicos, con un estilo característico fácilmente reconocible. Ha sido nominado al Oscar en dos ocasiones (en 2000 por Guard Dog y en 1988 por Your Face), y sus premios y nominaciones en festivales tan prestigiosos como Cannes, Sundance o Annecy, se cuentan por decenas (incluyendo 1 premio especial y 2 nominaciones al Annie).

Bill confesó que cuando era joven Disney se acercó a él para ofrecerle un millón de dólares para que trabajara con ellos. Cualquiera hubiera aceptado una oportunidad así, menos él, quien al enterarse que el resultado de su trabajo le pertenecería a Disney prefirió no aceptar. Después supo que ese trabajo era para encargarse de la animación del genio de Aladdin.

Tras muchos años de ser un animador independiente, Bill afirma que es feliz dibujando y trabajando por horas en sus propios proyectos.

“Siendo independiente no me he hecho rico, pero hago lo que quiero y eso es lo importante. Hago dos o tres cortos al año, alternados con un largometraje.

Puedo levantarme todas las mañanas, dibujar lo que se me de la gana y eso vale más que un millón de dólares”.

Finalmente le preguntaron qué opinaba de la animación actual, y se lamentó porque hoy en día los dibujos ya no están tan valorados, mientras para él, dibujar es lo que más feliz lo hace.

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El Festival Pixelatl se lleva a cabo en Cuernavaca del 9 al 13 de septiembre, para más información sobre este evento da clic aquí.

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