En la segunda década del siglo XX, Rusia perdió dos millones de hombres soldados que combatieron en la Primera Guerra Mundial. Ante el hambre, la violencia y la necesidad humana, las mujeres se declararon en huelga para exigir comida y, sobre todo, paz. Algunos días después de su huelga, el 2 de marzo de 1917, Nicolás II de Rusia, el último zar, abdicó al trono y el gobierno provisional le otorgó a las mujeres el derecho al voto.

En la Antigua Grecia, Lisístrata –obra escrita por Aristófanes–, convenció a las habitantes femeninas de intentar poner fin a la guerra absteniéndose de tener relaciones sexuales con sus esposos, quienes llevaban meses fuera de casa. “Mujeres, si vamos a obligar a los hombres a hacer la paz, tenemos que abstenernos…”.

Ya pasaron 101 años y muchos siglos desde esas dos huelgas lideradas por mujeres, hoy es el Día Internacional de la Mujer, y aún así, nos enfrentamos, con 18 años de experiencia dentro del siglo XXI, a un extremo bautizado como feminismo que no ha encontrado su fin.

Esta huelga rusa no fue ni la primera ni la última sublevación femenina a favor no sólo de los derechos de las mujeres, sino en búsqueda de algo mucho más grande: la humanidad. Marchar por la paz y la justicia, principios universales, va mucho más allá del género que, por naturaleza –fisiológica–, cuenta con ciertas diferencias. Así que si comenzamos a comprender que los hombres y las mujeres no son iguales desde el aspecto físico, el feminismo comenzará a desvanecerse al igual que el otro extremo de la vara: el machismo.

“La finalidad del feminismo es que deje de existir”, afirmó la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi en un manifiesto titulado Todos deberíamos ser feministas. Entonces, ¿qué es lo que ha estado sucediendo con las instituciones que se abanderan de color lila, morado o violeta?, ¿hasta dónde nos está llevando un feminismo que pretende separar completamente al hombre de la mujer y viceversa?, ¿un supuesto feminismo que para muchos no tiene nada que ver con el Día Internacional de la Mujer y la verdadera búsqueda de los derechos?  

Podría sonar mal, pero en realidad, nos está llevando al mismo lugar contra el que esas mujeres rusas, las mujeres de la Revolución Francesa, las trabajadores industriales de Nueva York y mucho antes Lisístrata en compañía de Lampito, lucharon en contra. Al lugar del odio, la guerra y la desigualdad.

Las primeras señales de una fiesta que celebrara a la mujer sin importar sus condiciones sociales, económicas, religiosas y políticas, y con el objetivo de crear igualdad entre ellas y los hombres, surgió a principios del año pasado, en 1909, cuando 15 mil trabajadoras de la industria indumentaria, tomaron las calles de Nueva York para exigir mejores condiciones laborales que incluyeran horarios laborales más cortos, mejor sueldo y el derecho al voto.

Este año, en medio de una enorme revolución cultural en todo el mundo que denuncia la violencia sexual y de género en contra de las mujeres y niñas con #TimesUp, #MeToo y ahora #TimeIsNow, es momento de revaluar el Día Internacional de la Mujer que precisa los derechos de las mujeres y niñas, la igualdad, la justicia y la representación política en figuras que siempre han peleado por esta clase de valores.

En 1911, se celebró por primera vez este día en algunos países de Europa como Alemania o Dinamarca después de la iniciativa de Clara Zetkin, una luchadora alemana, de celebrar los avances de la mujer en el aspecto social, político y económico en medio de una cultura arraigada al machismo y la consideración de la mujer como un ser inferior que sirve para la reproducción.

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