Durante años, Marvel y DC Cómics se han encargado de traer a la vida aquellos personajes con superpoderes, seres irreales, de otro mundo o meros accidentes que o pueden servir para el bien de la humanidad —y en algunos casos el universo entero— o quieren destruirla. En incontables ocasiones hemos llorado con estos superhéroes, nos hemos puesto en el lugar de los villanos pero, más allá de entender su psique, cierto es que estas películas se han convertido en las más taquilleras y cada vez más rentables dentro de la industria cinematográfica.

En el caso de los Oscar, hasta cierto punto han llegado a “satanizar” este tipo de contenidos pues, incluso con la tecnología de punta que se puede llegar a utilizar, las actuaciones, los efectos especiales y demás, para los críticos de la Academia este tipo de filmes no aporta en lo más mínimo al séptimo arte. Todo es meramente con un fin comercial y el argumento, la dirección, fotografía, música y vestuario, son algunos de los muchos factores que compone una película cuyo impacto no está al nivel que una de superhéroes, pero sí de los estándares de los jueces. 

Sin embargo, en 2008 llegó otro blockbuster —The Dark Knight— que pasó a la historia por ser una de las películas de superhéroes mejor hechas y cuyo discurso incluso ha tenido un análisis epistemológico gracias a que Christopher Nolan logra darle todos los matices no a Batman en sí, sino a The Joker y a los habitantes de ciudad Gótica. Muestra la crudeza de las decisiones, las consecuencias que éstas pueden llegar a tener y cómo es que el héroe al final se convierte en una antítesis de su propio estándar de lo “correcto”.

Es por The Dark Knight que tuvimos una nueva entrega de la historia de Batman y lo conocimos en todas sus formas —desde un niño rico que quería luchar contra la injusticia en Ciudad Gótica hasta un enamorado atormentado por la muerte de su amada—. Sin embargo, cierto es que bajo la batuta de Christopher Nolan y las actuaciones de Christian Bale, Maggie Gyllenhaal, Heath Ledger, Aaron Eckhart, Michael Caine, Gary Oldman y Morgan Freeman, tuvimos una serie de matices que hicieron que los Oscar no se hicieran de ojos ciegos e incluso que nominaran a este filme en ocho categorías.

Con la muerte de Heath Ledger el 22 de enero, seis meses antes de que The Dark Knight se estrenara en el cine, hizo que esta secuela fuera uno de los filmes más esperados en 2008 y para el momento en el que fue visto, la gente no pudo lidiar con el “Why so serious?” de Ledger y la manera en la que el villano se apoderó del filme al punto de ser el protagonista más que incluso el propio Batman. Prueba de esto fue que la Academia lo nominó a Mejor Actor de Reparto y le otorgó la estatuilla, convirtiéndolo así en el primer actor en ser premiado en esta categoría después de morir. 

En su momento, cuando se dieron a conocer las nominaciones, la gente quedó sorprendida —pero al mismo tiempo no tan sorprendida del todo— al otorgarle las ocho nominaciones a The Dark Knight —Mejor Actor de Reparto, Mejor Edición de Sonido, Mejor Cinematografía, Mejor Edición, Mejor Dirección de Arte, Mejor Maquillaje, Mejor Mezcla de Sonido y Mejores Efectos Visuales—. No obstante, los Oscar no quisieron salir de su zona de confort, al menos del todo, e hicieron caso omiso a lo que la gente misma decía: The Dark Knight era una de las Mejores Películas del 2008. 

Por eso es que esta cinta no estuvo nominada a Mejor Película, por eso Christopher Nolan no recibió la estatuilla a Mejor Director, pero aún así, hizo historia al conseguir el mayor número de nominaciones —al menos para ser una película de superhéroes— que hasta ahora no se ha podido superar ni siquiera Black Panther. 

En su momento se rumoró que The Reader (2008), filme protagonizado por Kate Winslet, había tomado el lugar de The Dark Knight en las nominaciones cuando se estrenó. Kate ganó el Oscar y nueve años después Nolan regresó con Dunkirk (2017) para vengarse y perfilar nuevamente en ocho categorías: Mejor Diseño de Producción, Mejor Cinematografía, Mejor Dirección, Mejor Fotografía, Mejor Score Original, Mejor Mezcla de Sonido, Mejor Edición de Sonido y Mejor Edición, de las cuales ganó las últimas tres. 

Ahora bien, es importante mencionar que antes de que fueran transmitidos en la televisión —19 de marzo de 1953—, los Oscar, en sus primeros 17 años, experimentaron con las categorías y el número de nominados, determinando para 1944 que en la categoría de Mejor Película únicamente habrían cinco nominaciones. Esta regla se mantuvo por los siguientes 60 años hasta la llegada de The Dark Knight, pues para su 82ª edición, cambió las reglas y ahora, en vez de considerar a cinco filmes, tomaría en cuenta a 10. 

En su momento cuando la Academia anunció su decisión jamás mencionó a The Dark Knight, pero era sabido que esta película hasta cierto punto tuvo mucho que ver. “Después de más de seis décadas, la Academia está regresando a sus raíces, con un campo más vasto para competir por el premio más importante del año”, se leía en el comunicado en el que daban a conocer dicha noticia que únicamente tuvo vigencia de dos años, ya que después se volvió un poco más flexible y estableció la regla de que los nominados a Mejor Película debían depender de los porcentajes de votos. 

Cuando esto sucedió, muchos sabían que no era nostalgia lo que había movido a los Oscar a que cambiaran su decisión, sino a que la prensa del entretenimiento había criticado el hecho de que la Academia no nominara a blockbusters pero sí a películas de la cuales “nadie había oído hablar”. 

Sin embargo, es importante cuestionarse cuáles son los parámetros que los jueces de la Academia siguen para nominar una película y para dejar otras fuera. Para generar “controversia” con una cinta de superhéroes pero no para incluir a otras que son pequeñas joyas de la industria o bien, para nominar a algunos cuyo talento o actuación no se compara a la de otros. Y mientras este debate continúa, lo que hay que reconocerle a The Dark Knight es que además de habernos presentado a uno de los Guasones más memorables en la historia de Batman en el cine, también sirvió, como bien lo hubiera dicho The Joker, como un agente de caos para cambiar sus reglas.

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