“No soy feliz. Quiero morirme “, declaró en abril pasado el científico australiano David Goodall, quien tuvo que viajar hasta Suiza para, a los 104 años, recibir suicidio asistido, beneficio que, así como en muchas otras partes del mundo, es ilegal en su país. ” Mi sentimiento es que una persona mayor como yo debe beneficiarse de sus plenos derechos de ciudadano, incluido el derecho al suicidio asistido”, comentó en aquella ocasión.

Hoy, el respetado botánico y ecologista por fin pudo cumplir su último deseo. Rodeado de sus familiares y escuchando música de Beethoven, recibió una droga letal con la ayuda de los médicos de una clínica de Basilea, según informó la Eternal Spirit, fundación que le apoyó a terminar con su vida en el momento deseado. “Ha pedido que su cuerpo sea donado a la medicina (…) David no cree en la otra vida”.

David Goodall, científico australiano
Foto: http://uk.pressfrom.com

Goodall no padecía ninguna enfermedad terminal, sin embargo, deseaba terminar con su vida debido a que la calidad de ésta había bajado. Además, con más de 100 años, ya estaba imposibilitado para realizar algunas de las actividades relacionadas con el trabajo científico que desarrolló por décadas. “Lo que es triste es que me lo impidan”, comentó en rueda de prensa previo a su muerte asistida. Antes de recibir una inyección letal, Goodall señaló que espera que su caso cambie las leyes de su país. En Australia, la eutanasia era prohibida hasta hace poco, ya que el estado de Victoria la legalizó… sin embargo, la reforma entrará en vigor hasta 2019 y accederán a ella sólo pacientes con enfermedades terminales y con esperanza de vida de menos de seis meses.

“Es injusto que uno de los ciudadanos más ancianos y destacados de Australia se vea obligado a tomar un avión rumbo al otro lado del mundo a fin de poder morir con dignidad”, señaló en su página oficial la ONG Exit International, la cual respaldó en todo momento la decisión del Goodall. El científico viajó de Perth, Australia, a Burdeos, Francia, donde visitó por última vez a familiares. Después llegó a Basilea, Suiza, en donde fue recibido en una clínica, donde finalmente pudo poner fin a su vida.

David Goodall, científico australiano
Foto: Twitter

En 2016 el centro de la Universidad Edith Cowan, en Perth, le solicitó a Goodall abandonar su puesto, debido a los riesgos que implicaban sus traslados. Aunque en ese entonces la institución dio marcha atrás a esta decisión, a raíz de las críticas que le produjo, hace dos días el científico admitió que ya estaba imposibilitado para hacer varias de las cosas que disfrutaba de su trabajo. “Mi vida ha estado en el campo, pero ahora no puedo salir al campo. Me encantaría volver a caminar entre los arbustos y ver qué hay a mi alrededor”, anheló.

Su muerte fue alrededor de las 12:30 hrs, hora de Suiza. Partió escuchando la Novena Sinfonía de Beethoven.

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