Después del 19-S (no el 11, ese es otro asunto) , ¿quién no ha oído hablar de la Brecha de Guerrero? Seguramente varios y, aunque de muchos lados se explica por qué es de esa región de donde vendrá el próximo megaterremoto que azote a la capital del país, nadie puede decir por qué nomás estamos con el “Jesús en la boca”… es decir, por qué desde 1911 nada ocurre en la mentada brecha. Hasta ahora, gracias a científicos de la UNAM.

Aunque es inminente que tarde o temprano habrá un sismo de consideración proveniente de la Brecha de Guerrero (debido a que en el pasado hubo alto vulcanismo en la zona), especialistas del Centro de Geociencias y del Instituto de Geofísica de la UNAM parece que han encontrado la razón por la que no nos ha metido un susto (por ahora).

Brecha de Guerrero
Imagen: UNAM

De acuerdo con estudios realizados por los especialistas, la capa de gabro (roca ígnea) que hay en la base de la placa Norteamericana es poco permeable… lo cual a varios no les dice mucho; sin embargo, es la principal razón por la que se evita la fricción y acumulación de energía y, con ello, la generación de un mega sismo.

Bueno, para entender mejor, hay que decir que en la Brecha de Guerrero es la zona en donde se da la subducción entre la Placa de Cocos y la referida placa Norteamericana. Entonces qué pasa, que cuando la primera entra por debajo de la segunda, se liberan fluidos que estaban atrapados… como una suerte de lubricante que impide la temible fricción y acumulación de energía, la cual al ser liberada derivaría en un terremoto.

Así, según explica el Luca Ferrari, investigador del Centro de Geofísica de la UNAM, lo que resulta del movimiento de placas son “sismos lentos”, casi imperceptibles, los cuales se dan por un desplazamiento de la placa Norteamericana que dura de uno a seis meses.  OJO: “Esto no implica que no llegará un terremoto a la Ciudad de México, puede venir de Oaxaca, Michoacán o de una zona fuera de la Brecha. Si se generara un sismo similar al de 1985 en la Brecha sería terrible, porque está justo al sur de nuestra urbe”, aclaró Ferrari.

Para explicar por qué desde 1911 no se da un sismo de consideración en la Brecha de Guerrero, los especialistas de la UNAM realizaron registros magnotelúricos. “Fácil”, ¿no? Ehrrr… pues… ya que el agua es conductora de electricidad, lo que se hizo fue medir las corrientes eléctricas en decenas de kilómetros de la Tierra. Con los datos obtenidos, se pudo determinar cuáles zonas eran más conductoras. “Lo que vimos en el perfil de la Brecha de Guerrero fue un conductor por debajo de la placa, justo en la interfaz de la de Cocos y la Norteamericana, como pensábamos. Es decir, ahí hay fluidos atrapados”, explicó Ferrari.

Por el contrario, en otras zonas no se halló nada de conducción. Es decir, que las rocas son secas, no impermeables como las de la Brecha de Guerrero. Esto implica que los fluidos pasan a la placa de arriba, hay fricción entre placas, acumulación de más energía y… un gran sismo.

La investigación necesita ser comprobarse con más estudios, sin embargo, ya fue publicada en la prestigiada revista Geology.

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