El 17 de noviembre de 2019, es la fecha del registro del primer paciente infectado por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. El paciente cero es otro tema y se desconoce, a la fecha, su identidad, pero fue aquel 17 de noviembre cuando arrancó un evento mundial que lo ha cambiado todo: nuestros miedos, la forma en que convivimos y nos comunicamos, nuestras expectativas en los sectores de salud y nuestra seguimiento a los avances científicos.

La pandemia continúa cambiando las cosas, entre ellas, el entendimiento que tenemos de nuestra existencia, del mundo en el que vivimos y la naturaleza. ¿A qué obedece lo sucedido?, ¿hemos de hacer a alguien responsable lo que ha pasado?, ¿está en nuestras manos superarlo y esto conlleva aprender a vivir bajo estas nuevas circunstancias?

Foto: Cuartoscuro

A casi dos años de que ese primer paciente registrado, seguimos con más preguntas que respuestas, algunas respondidas mil veces, otras que apenas se van formulando y algunas más que todavía hemos de esperar para conocer. Dentro de la primera, está el origen del nuevo (¿sigue siendo nuevo?) coronavirus, y ahora algo más nos tiene esperando: sus mutaciones. 

Para intentar comprender la evolución de la pandemia, es que hablamos con el doctor Miguel Pita, genetista, profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Madrid, y autor de un libro espectacular titulado Un día en la vida de un virus: Del ADN a la pandemiaAquí, el doctor Pita imagina dos virus que no existen para explicarle a las y los lectores cómo funcionan los virus y cómo es posible comprenderlos.

Portada de ‘Un día en la vida de un virus’ de Miguel Pita / Foto: Amazon

¿Qué diablos es un virus?

En entrevista para #SopitasXAireLibre, el doctor Pita, primero, nos explicó lo que es un virus, y para nuestra sorpresa, es todo lo que no creíamos. Para empezar, no es un ser vivo. “Es fácil confundir a los virus con otros microorganismos… De hecho, muchos especialistas consideran que los virus no son seres vivos porque no son miembros de ese gran árbol familiar al que pertenecemos los animales, las plantas, los hongos y las bacterias“, nos comenta.

Los virus, nos explica, tienen material genético conocido como ARN (lo que equivale a nuestro ADN y ARN como seres humanos). Pero no hay más. Los virus no son autónomos y dependen de su propio material genético, es decir, está expuesto a mutar. Quizá, a partir de esto, es que pensábamos que un virus “vivía” cuando en realidad no funciona de esa manera.

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Ahora bien, ¿qué hay del SARS-CoV-2 y por qué nos tiene en jaque? Primero, siempre deben tener en mente que los virus no son autónomos, y eso significa que depende de a quien invade. Cuando una partícula ingresa en nuestro cuerpo y nos infecta, rápidamente pasa a invadir una de nuestra células respiratorias, nos dice el doctor Pita.

 “Y ahí lo que hace es tener descendencia, eso significa utilizar la maquinaria de nuestras células (que como decíamos al principios ellos –los virus– son sólo parásitos) para sacar copias del virus de ese material genético que es el ARN“. En pocas palabras, nos utiliza para hacer copias de sí mismo.

Pero aquí es donde viene el punto de quiebre. Sí, un virus hace millones de copias de sí mismo… pero en algún punto se ha de equivocar. ¿Eso es bueno o malo? La respuesta depende y acá les explicamos el porqué.

Un técnico dentro de un laboratorio en Sudáfrica. / Foto: Getty Images

¿Cómo “vive” un virus como el SARS-CoV-2?

Una buena noticia. El SARS-CoV-2 no es un virus cambiante por sus características genéticas, pues no tiende a mutar tanto como otros virus. Sin embargo, la realidad es que entre más contagios, hay más probabilidad de que surjan mutaciones, y por ende, variantes.

Va de nuez. El coronavirus no es como la gripe o la influenza (virus mutante a partir de su configuración genética), los cuales son sumamente cambiantes, dando como resultando mutaciones más o menos agresivas. La cosa con la pandemia actual es que entre más contagios se den (como se ha dado), más probabilidades hay de que surjan mutaciones que pueden complicarlo todo.

“Aunque el virus no sea, por su constitución, especialmente mutante“, dice el doctor Pita, “si está muy extendido, si hay muchas copias de muchos individuos replicándose, aumenta su probabilidad de mutar… Los humanos se la estamos poniendo muy fácil porque no paramos de contagiarlo unos a otros, no paramos de generar copias y copias“.

nuevas mutaciones = nuevos variantes = nuevos problemas  

De vez en cuando, una copia sale mal. El virus copia el texto de su ARN para replicarse, y entre más lo haga, más probable es que se introduzcan errores. “De tal manera que cuando un virus ingresa a una de nuestras células y da lugar a 100 mil descendientes, hay probabilidad de que haya alguno que sea distinto al original. Eso es un mutante“.

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Los virus más agresivos tienden a ser menos contagiosos

Como les comentamos y como nos explicó el doctor Pita, una mutación puede ser un problema o no serlo. “La mutación, en un principio, es un cambio“, nos dice el doctor. Ahora bien. ¿Recuerdan que los humanos se la estamos poniendo fácil al virus? Pues todo se debe a que si está ocurriendo en miles de nuestras células en millones de personas de manera simultánea, empezaría a ser determinante.

Imagínense esto: el virus hace 100 mil copias, y una de ellas (sólo una), se hace más habilidoso para contagiarse.Esa empieza a ser la variante que deja, por un fenómeno de selección natural, deja atrás a las antiguas variantes“.

Las mutaciones traen variantes que pueden ser más agresivas y complejas que el “original”, pero también puede suceder lo contrario: ser menos agresivos. Volvemos con la gripe. Este virus tuvo tantas y tantas y tantas mutaciones, que las menos agresivas apañaron el mercado y desecharon a la variante más agresiva. Y la razón se encuentra en que son más fáciles de contagiar.

Es como un círculo vicioso. De un virus mutante surgirán variantes y predominarán las menos agresivas porque su contagio es más simple. Esto quiere decir que entre más agresivo sea un virus, es menos contagioso.

Foto: Getty Images.

No se trata de una fórmula matemática, como nos explica el doctor Pita, pero la tendencia o la deducción lógica es que entre más agresivo sea un virus, tiende a ser menos contagioso. Por ejemplo, el Ébola: es tan “cruel”, mata de manera tan inmediata al portador, que no le permite contagiarlo o esparcirlo, es decir, tiene menos formas de viajar.

Entonces, ¿cuál es el tema con el coronavirus SARS-CoV-2? A más de 18 meses de que se reportara el primer caso, se han registrado un promedio de 196 millones 518 mil 666 infectados en una población 7.8 billones, y han fallecido poco más de 4 millones 196 mil 339 de personas hasta hoy, según datos de la Johns Hopkins University.

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Para responder aquellas preguntas, hemos todavía de esperar un buen rato. Se han producido algunas variantes del SARS-CoV-2 como la Alfa o la Delta (AQUÍ más detalles), que es la que más ha dado de qué hablar a partir de que se contagia con mayor facilidad. Tenemos que hablar de proporciones, de cuál se volverá la predominante y cuáles son sus características. Tenemos que esperar, pero lo que sí… lo que sí debemos hacer ya, es dejar de ponérsela fácil a este virus. 

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