El asunto con la inteligencia artificial se pone cada vez más ¿interesante? ¿espeluznante? ¿raro? ¿esperanzador? Hablar de IA está en tendencia debido a la popularidad de Chat GPT, la llegada de Bard y otras cosas de ese tipo… Pero quizá nada de eso se compara a la inteligencia artificial creada con células cerebrales humanas, o inteligencia organoide.

Si hicieron cara de “a ver, a ver, ¿Qué rayos?”, los entendemos. Hasta parece algo que escucharíamos en cualquier serie o peli de ciencia ficción, ¿no? Les explicamos de qué va toda esta onda.

inteligencia artificial organoide.
Imagen ilustrativa. Foto: Pixabay.

La ‘inteligencia organoide’ (o la inteligencia artificial a partir de células humanas)

Los más clavados en este asunto saben que la recreación de inteligencia artificial a partir de componentes biológicos, en realidad no es meramente nuevo. Pero es justo decir que está volviendo a agarrar fuerza, sobre todo tras la publicación de un reciente artículo en la revista Frontiers in Science.

Como les decíamos, el término ‘inteligencia organoide’ viene de un proceso de cultivo y ensamble de células cerebrales (y de otros órganos y células madre). Estas, a su vez, dan paso a estructuras humanas tridimensionales –más pequeñas que un órgano común– las cuales replican diferentes funciones humanas como el aprendizaje o la memoria.

Podríamos llamarle a esta inteligencia artificial a partir de las células cerebrales, una biocomputadora. De hecho, el estudio de esta inteligencia organoide llamó la atención recientemente gracias a la investigación que realiza el equipo del Dr. Thomas Hartung, de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Estados Unidos.

inteligencia artificial organoide
Imagen ilustrativa. Foto: Pixabay.

La investigación sobre la inteligencia organoide de Thomas Hartung

Como decíamos antes, el rollo este de la inteligencia organoide (también denominada OI) tiene al menos 10 años de haber comenzado. El propio Thomas Hartung comenzó su cultivo de células cerebrales y tejido de piel humano en el 2012, con cada uno de los organoides conformado por hasta 50 mil células.

“La biocomputación es un enorme esfuerzo para compactar el poder computacional y aumentar su eficiencia para superar nuestros límites tecnológicos actuales, dijo Hartung en la actualización de su investigación publicada en Frontiers.

Nomás para que se den una idea, el estudio de Hartung establece que las células neuronales que se interconectan en el ensamble de los organoides, podría superar con facilidad la cantidad de información que almacena cualquier chip de una computadora actual. ¡Aguas, Apple! Ah, no se crean.

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Thomas Hartung. Foto: Universidad John Hopkins.

Y es que si bien las máquinas y la inteligencia artificial son capaces de procesar datos o números más rápido que cualquier persona, lo cierto es que el cerebro humano tiene una capacidad de aprendizaje y almacenamiento mucho más amplia. Como dice el estudio, los cerebros tienen un promedio de 2500 terabytes de almacenamiento.

En ese sentido, los organoides funcionarían en una computadora como un chip o un procesador. Y ahí tendrían otra ventaja la inteligencia organoide, según lo que menciona el estudio, pues estos componentes biológicos ocuparían menos energía para funcionar en comparación con los microchips de silicio que se utilizan hoy en día.

Va paso a paso, pero la inteligencia artificial a partir de células cerebrales ya empieza a mostrar sus capacidades. En diciembre del 2021, una investigación mostró que un plato –sí, un plato– de unas 800 mil células cerebrales conectadas a una computadora, fueron capaces de reconocer el movimiento de la pelotita en el popular juego de los 70, Pong. Aquí el video:

El dilema ético sobre la inteligencia organoide

Justo como sucede con la inteligencia artificial conocida hasta el momento, el mundo entero puede estar tan sorprendido como espantado sobre la inteligencia organoide. El asunto que más se aborda, según Thomas Hartung, es sobre si estas estructuras organoides pudieran sentir dolor, sufrimiento o sensaciones humanas de ese tipo.

Y ya viéndolo acá, de una manera apocalíptica, pues no faltará quien piense que este tipo de inteligencia sea capaz de tomar conciencia propia. Y claro, no se puede obviar la parte legal de qué pasaría si una persona dona sus células cerebrales para este tipo de tecnología; cuáles serían sus beneficios ya sea para sí misma o para su herencia.

Una parte clave de nuestra visión es desarrollar OI de manera ética y socialmente responsable… Todos los problemas éticos serán evaluados continuamente por equipos compuestos por científicos, especialistas en ética y el público, a medida que evolucione la investigación”, dice Hartung para calmar las aguas. ¿Les late este rollo de la inteligencia organoide?

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Redactor de música, entretenimiento y otras cosas cool en SopitasFM como parte de Sopitas.com. Recién (o ya no tanto) salido de la carrera de comunicación y periodismo de la FES Aragón UNAM. "La música...

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