Como si no hubiera sido suficiente perder a una guerrera de las galaxias, también hoy nos despedimos de una mujer que las estudió. Vera Rubin fue una astrofísica que probó la existencia de la materia oscura y murió el domingo a los 88 años. En los 60 tuvo la oportunidad de usar el Observatorio del monte Palomar, un logro nada sencillo para una mujer. Según reporta CNN, los hombres del laboratorio le dijeron que “no tenían un baño para mujeres”, así que ella recortó un triángulo de papel que parecía una falda y lo pegó al monito de la puerta del baño. Listo.

Una de sus más grandes aportaciones fue la confirmación de la existencia de la materia oscura, aunque no la única. Fue en los 70 que, junto con otros astrónomos, Rubin descubrió que hay una masa invisible detrás de los movimientos de las estrellas, por lo que cada galaxia espiral tiene un halo de materiales que no liberan luz y van más allá de lo que podemos ver en la galaxia. Aunque ya había estudios que indicaban este hecho en los 30, fue su trabajo lo que lo confirmó.

 

 

Además del éxito científico, la búsqueda de la igualdad de género

Además de todo esto, Vera Rubin se preocupó por dar a las mujeres científicas de las nuevas generaciones oportunidades que no le fueron dadas en su propia juventud. Sostenía fuertemente que cualquier problema científico que pudiera ser resuelto por un hombre podía ser resuelto también por una mujer: “Todos necesitamos permiso para hacer ciencia, pero por razones que están profundamente arraigadas en la historia, este permiso le es concedido más frecuentemente a los hombres que a las mujeres”.

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