Pues ni modo, el Nobel de Física de este año no fue para Alex Backman, sino para los científicos Rainer Weiss, Barry Barish y Kip Thorne, quienes fueron los encargados de hacer uno de los descubrimientos que más “han sacudido al mundo”, según palabras del secretario de la Academia de Ciencias de Suecia, Jorgen Hansson: la detección de ondas gravitacionales, la única parte de la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein que faltaba por demostrar y que abrió una nueva era para la astronomía.

Aunque Weiss, Barish y Thorne son quienes se llevan los honores, tras el logro científico se vieron involucrados más de mil investigadores de 20 países, quienes trabajaron en el proyecto por cerca de 50 años. Todo para en que en 2015 –en el laboratorio LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory)– fuera posible detectar por primera vez las huellas de una coalición entre dos agujeros negros, la cual se produjo a mil 300 millones de años luz de distancia. De ahí que, en el anuncio del premio, la Academia haga énfasis en que el trio de científicos es reconocido “por las contribuciones decisivas al detector LIGO y la observación de las ondas gravitatorias”.

Cuando en 2015 se consiguió detectar la señal de las ondas gravitacionales, ésta fue extremadamente débil. Sin embargo, la información que trajo consigo tal descubrimiento “ya está prometiendo una revolución en la astrofísica. Las ondas gravitacionales son una forma completamente nueva de observar los eventos más violentos en el espacio y de probar los límites de nuestro conocimiento”, señala el comité organizador del Nobel.

Las ondas gravitacionales se propagan a la velocidad de la luz, llenando el universo, como lo describió Einstein en su Teoría General de la Relatividad, la cual señala que dichas ondas se crean cuando una masa se acelera… como cuando un patinador hace piruetas sobre el hielo o dos agujeros negros giran uno alrededor del otro. El alemán creyó imposible su detección. Sin embargo, esto fue posible con la ayuda de un un par de gigantescos interferómetros láser, capaces de medir un cambio miles de veces menor que un núcleo atómico.

Los tres galardonados son de origen estadounidense y este año ya habían sido reconocidos con el Premio Princesa de Asturias por su labor en el Observatorio de Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales. Cada Nobel recibe 9 millones de coronas suecas (cerca de 100 mil dólares). En este caso, la mitad será para Weiss y la otra mitad será dividida entre Thorne y Barish.

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