Después de algunas decisiones un tanto desafortunadas por parte de la Gran N, Nintendo volvió como nunca con el lanzamiento del Switch, consola que junta lo mejor de la portabilidad con una versión casera.

Si bien el Switch fue un parteaguas en este generación de consolas, realmente no es de sorprendernos, ya que Nintendo es el rey de los portátiles. SEGA, Tiger Electronics, Nokia, vaya, hasta Sony han querido destronarlos, pero simplemente no han podido.

Sin importar sus innovaciones y hasta cierto punto, superioridad, las consolas portátiles de Nintendo siguen en la cima del mundo, trayéndonos algunos de los mejores título a la palma de nuestra mano.

Pero antes que el Switch o el DS, hay un nombre que es sinónimo de leyenda y que traerá gratos recuerdos a aquellos que fueron niños durante los 90. Era el año de 1989 y Nintendo dominaba el mercado de los videojuegos, con SEGA haciéndole segunda y acercándose varias veces a superarlo, pero al final la Gran N prevaleció.

Viendo que las consolas caseras tenían el defecto de sólo poder ser jugadas en casa, Nintendo decidió que era hora de expandir la rama de los juegos Game & Watch, portátiles que les dieron mucho éxito.

Game & Watch

Fue así que se unieron a Intelligent Systems, desarrolladora aliada y liderada por Gunpei Yokoi, para desarrollar una consola portátil que cambiaría la historia de los videojuegos. Como resultado, el verano de 1989, los niños del mundo disfrutaron del poder de Nintendo en la palma de su mano con el lanzamiento del Game Boy:

A pesar de que técnicamente el SEGA Game Gear era superior, la vasta galería de juegos y apoyo de las grandes desarrolladoras, hizo que al final el Game Boy superara a la competencia.

Construido como un tabique, alimentado por cuatro pilas AAA –las cuales chupaba en cuestión de horas– con una pantalla verde con cuatro tonos de gris, y que dios nos ayudara si lo queríamos jugar en donde hubiera poca luz, esta consola de 4-bits era el deseo de todo niño en los 90.

Al no tener controles, la única manera de jugar con alguien más era conectando dos Game Boy con el mismo juego mediante el legendario Cable Link, el cual venia en un tamaño de al menos tres metros, lo que hacía que fuera muy cómodo.

Game Boy Cable Link

A pesar de sus limitaciones técnicas, la simplicidad de sus juegos los hacía muy divertidos. Pero como todas las cosas, no podía quedarse siempre igual, y la consola portátil de Nintendo pasó por varios cambios:

Game Boy Pocket (1996)

A pesar de ser portátil, el Game Boy es prácticamente un ladrillo. Claro, eso hacía que fuera resistente como piedra, pero no había pantalón en el mundo donde pudiera caber. Es por eso que en 1996 llego el primer nuevo modelo de la consola con el Game Boy Pocket:

Con su pantalla completamente gris, el GB Pocket era más sencillo de jugar con cualquier fuente de luz… bueno, siempre tenías que andar buscando un buen lugar iluminado, pero ya no costaba tanto trabajo.

Más pequeño y ligero, pero aun así muchos preferían el modelo tradicional, que además tenía una edición transparente que estaba de pelos.

Claro, al solo necesitar dos baterías AAA que podían durar entre 18 a 25 horas pues, uno ahorraba bastante.

Game Boy Light (1998)

¿Recuerdan lo que les decíamos sobre el problema de andar buscando un lugar iluminado para jugar? Pues al parecer se les prendió el foco… ¡nueve años después! Este Game Boy Pocket con luz integrada, hacia que pudiéramos jugar en donde fuera y a la hora que fuera.

Game Boy Light

Claro, el usar la luz recortaba la vida de las baterías, pudiendo jugar 12 horas seguidas en vez de 18 o 25.

Game Boy Color (1998)

No nos queremos ni imaginar la cara de los niños que después de obtener al fin un Game Boy con luz, a Nintendo se le ocurriera sacar uno a color…

Con más memoria y una pantalla con una paleta de 56 colores, el Game Boy Color nos permitía jugar los juegos clásicos de la portátil con más que cuatro tonos de gris.

Claro, a Nintendo se le olvidó el maldito problema con la luz, volviendo a la búsqueda de cuartos iluminados para poder jugar (eso, o comprar los varios accesorios para iluminar la pantalla).

Dos baterías AA para 30 horas de juego, al fin podíamos despreocuparnos de que se nos apagara la consola. Vaya, con frotar un poco las pilas y echarles aire caliente obteníamos unos cuantos minutos más de juego.

Fue en esta versión que una de las franquicias más grandes de Nintendo explotó. Sobre todo con su segunda versión, Pokémon Gold and Silver. Pero no sería hasta el año 2001 cuando la Gran N realmente nos dejó con la boca abierta.

Game Boy Advance (2001)

Para muchos, la idea de que algún día pudiéramos jugar títulos como Super Mario World, Mega Man X, o algo remotamente parecido, sólo era un sueño guajiro… pero todo eso cambió con la llegada del Game Boy Advance:

Al fin, el poder del Super Nintendo (casi) se encontraba en la palma de nuestras manos. Con 512 colores, cartuchos con 32MB de capacidad y lo mejor de todo, completa compatibilidad con los juegos del Game Boy normal y Color, vaya que era el siguiente gran paso de Nintendo.

Aunque nuevamente, el condenado asunto con la falta de iluminación en la pantalla prevalecía. Dos años después tendríamos el Game Boy Advance SP, el cual tenía la misma función del Pocket Light y pila recargable.

Y como pilón:

Con la salida del Nintendo DS, nombre que ahora representa a las portátiles de Nintendo, la Gran N sacó una miniversión del Game Boy Advance, llamada Game Boy Micro. Linda, pero muy incomoda, aunque poder llevarla a todos lados era algo glorioso.

Y bueno, qué más les podemos decir. Sin duda alguna, nos encantaría ver un Game Boy Entertainment Classic Edition, y viendo que Nintendo anda clavado en eso de las consolas retro, ¿quién sabe?, chance y un día tengamos la versión clásica y una reminiscente al Color.

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