Lo que necesitas saber:
La ruta que recorre el pueblo wixárica o huichol por diferentes sitios sagrados del norte del país se declaró como Patrimonio Mundial recientemente. Aquí tenemos algunos de sus puntos principales.
Wirikuta es el lugar sagrado de la comunidad indígena wixárika, también conocida como los huicholes. Ellos realizan peregrinaciones a través del territorio del norte del país para llegar hasta ahí. Recientemente esta ruta fue declarada Patrimonio de la Humanidad gracias a su tradición y belleza. Aquí reunimos algunos paisajes increíbles que podemos conocer en la Ruta de Wirikuta cuando vayamos de viaje al norte.
Esta Ruta Wixárika por los Sitios Sagrados a Wirikuta se extiende a través de 500 kilómetros de senderos que van del oeste al noroeste de México y pasa por Nayarit, Durango, Jalisco y Zacatecas para terminar en el desierto de San Luis Potosí, donde el cactus sagrado del peyote pone en contacto a los peregrinos con sus dioses.
La peregrinación la llevan a cabo desde hace varios siglos. No hay una fecha exacta de cuando inició la costumbre, pero las nuevas generaciones de huicholes siguen el mismo recorrido cada año por sus sitios sagrados para agradecer por la vida a sus deidades, reconectar con sus ancestros y mantener viva su cosmovisión.
5 paisajes de la Ruta Sagrada de Wirikuta
Ahora esta tradición indígena es reconocida gracias a su valor cultural y espiritual. El sábado 12 de julio de este año, la UNESCO inscribió la ruta sagrada en su Lista de Patrimonio Mundial durante una sesión celebrada en París, Francia.
La cultura huichol ha luchado contra amenazas a su territorio como proyectos industriales y concesiones mineras y esta mención protege legalmente su patrimonio natural y cultural. Estos son 5 puntos esenciales en el recorrido de los huicholes a Wirikuta.
Tatei Haramara, Nayarit
Dentro de la cosmovisión de los wixaritári o huicholes, la vida se originó en el mar, en Haramaratsié, lugar en que vive Tatei Haramara, la diosa del mar. Ahí mismo, Takutsi Nakawé, considerada como la abuela primigenia, dio origen a las plantas, los animales, la lluvia y la vida en general. Así, encontramos la primera estación de la ruta sagrada a Wirikuta en el estado de Nayarit..
En las aguas del puerto de San Blas existen dos grandes piedras blancas frente a la Isla del Rey que llaman la atención dentro del paisaje marino. A estas formaciones se les conoce como Tatei Waxieve y Tatei Yukawima y marcan el sitio del nacimiento de los dioses, así como la entrada al plano espiritual de los huicholes.
Hauxa Manaka, Durango
Esta estación de la ruta sagrada está en el Cerro Gordo, en el municipio de Pueblo Nuevo, considerado como el punto más alto del estado de Durango. En este lugar, los huicholes hacen sus rituales entre abril y mayo, ya que con la temporada de lluvias se dificulta el ascenso a la cima. Hauxa Manaka, en el bosque de la cima del cerro, es considerado por los ancestros como uno de los únicos sobrevivientes del diluvio.
En esta zona convergen tres pueblos originarios de la región. Para la ceremonia del ascenso se tiene que cumplir una manda o ayuno espiritual de doce días y toda la comunidad está invitada, desde los curanderos y el consejo de ancianos, hasta los jóvenes y niños. El Cerro Gordo es el tata dios de los huicholes, al que le piden por el bienestar y el sustento de sus familias.
Xapawiyemeta, Jalisco
En este lugar nació la lluvia y la humanidad después del diluvio universal para los huicholes. El centro ceremonial wixárika de Jalisco también es conocido como la Isla de los Alacranes y está ubicado en el bello lago de Chapala. Hasta ahí llegan las diferentes comunidades desde sus pueblos en la montaña para elevar sus oraciones y dejarle ofrendas a sus dioses.
Xapawiyemeta significa “el lugar de nuestra madre” y es uno de los lugares energéticos más importantes para el pueblo wixárika. También en Jalisco está Mezquitic, considerado el centro del mapa de su recorrido entre las diferentes regiones, que en conjunto forman un gran rombo al que llaman “ojo de Dios”.
La entrada al desierto, Zacatecas
En el territorio zacatecano hay 19 lugares sagrados para los huicholes. Para esta cultura el número 5 es de gran importancia. En el recorrido de la ruta sagrada cruzan 5 puertas para llegar a la luz y en Zacatecas está la última, que es la entrada al desierto de Wirikuta. Para que uno de los suyos se convierta en marakame o chamán tiene que visitar Wirikuta al menos 5 veces.
Asimismo, conciben el espacio con los cuatro rumbos del mundo y su centro. No hay un lugar físico para estas cinco puertas, cada una de las comunidades de huicholes tienen sus propias creencias, pero las sierras y los hermosos valles de Zacatecas, donde cerros como el de Las Antenas o El Padre representan sus principales sitios sagrados, son la última puerta que se debe cruzar para llegar a la última estación del peregrinaje.
Desierto de Wirikuta, San Luis Potosí
A lo largo de su recorrido los wixárikas dejan ofrendas en sus lugares sagrados. Estas consisten en granos de maíz, jícaras, flechas con peticiones, así como otros alimentos y bebidas tradicionales. Gracias a esto y a sus oraciones, agradecen y mantienen el contacto con sus ancestros y encuentran el equilibrio con su entorno y el universo.
El final del recorrido está en el vasto desierto de Wirikuta, en el estado de San Luis Potosí. Las diferentes generaciones de huicholes han recreado el viaje de sus deidades desde el mar, donde se originó la vida, hasta este desierto en el que consideran que apareció el Sol por primera vez, en el legendario cerro de El Quemado.
Ahí realizan rituales y después del ayuno y el largo recorrido consumen peyote, el cactus que les da visiones sagradas y los pone en contacto con sus ancestros y dioses. Wirikuta es el ombligo del mundo para ellos y gracias a la larga peregrinación renuevan la vida y aseguran el bienestar para su pueblo por un año más.
Junto a este desierto potosino tenemos el pueblo de Real de Catorce, que se originó como un centro minero en 1779 y se volvió uno de los principales productores de plata del país. Con la plata agotada y la llegada de la Revolución, el pueblo quedó abandonado, pero hoy es uno de los atractivos de San Luis Potosí gracias a la belleza de los paisajes que lo rodean y a los ritos sagrados y la magia de la comunidad huichol.
