En la época de la Segunda Guerra Mundial era común que los victoriosos se llevasen -por no decir robar- obras de arte del país intervenido. De hecho, específicamente con los nazis, se estaba llevando a cabo una recaudación de obras a lo largo de su posicionamiento geográfico para un museo que Hitler pensaba llevar a cabo, el cual jamás pudo concretarse; sin embargo, en el proceso varias obras anduvieron deambulando de un lado a otro. Hoy en día se desconoce el paradero de varias obras aún.

Resulta que en una torre en Rusia tenían ocultas más de 500 obras de diversos artistas de alrededor del mundo, 123 de ellas fueron listadas y presentadas ante el Palazzo Barberini, en Italia, con el afán de que sean repatriadas al país de origen. La curaduría la hizo Victoria Markova, quien es la directora de la sección de arte italiano del Museo Pushkin, en Moscú.

Palazzo Barberini por Giuseppe di Pietrantonio
Palazzo Barberini por Giuseppe di Pietrantonio

Estas obras se mantuvieron ocultas durante varios años por el gobierno soviético para evitar problemas respecto a los reclamos, fue después de la resolución parlamentario de 1999 donde el Parlamento ruso las declaró patrimonio nacional como resarcimiento por todo lo causado por la Alemania nazi en la segunda guerra mundial. 

Markova explicó que las obras no fueron catalogadas previamente por los nazis, así que fue un arduo trabajo de años para poder encontrar la autoría y procedencia de varías pinturas, cosa que logró hasta en el 2012; sin embargo, no podía hacer ninguna publicación debido a órdenes de la anterior directora general de Pushkin, Irina Antonova. Fue hace poco que falleció a los 91 años,y que logró por fin comunicarlo.

Dentro de las obras aparecen dos de Pablo Veronés (quien ilustra esta nota), una “Magdalena” y una “Lamentación ante el Cristo muerto”, un “tond” de la Virgen María y el Niño Jesús de Garófalo, y una Venus y Adonis de Tintoretto, más varios autores menores pero no inferiores en calidad como Bicci di Lorenzo, Pordenone, Sassoferrato, Spinello Aretino, Paris Bordone y Francesco Solimena.

Sólo 5 obras de toda esta colección estaban destinadas al museo de Hitler, según expertos las demás podrían ser consideradas para la colección personal de Goering, Goebels, Himmler, al igual que Hitler.

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