Se llama Marie Wright y su historia es digna de una película de horror. El mundo es un lugar muuuuuy enfermo, pero fascinante.

Verán, todo comenzó cuando Marie se reencontró con Alexander Cooper en mayo pasado después de casi una década de haber perdido contacto.

Pronto se enamoraron y empezaron una relación. Un día, la roomate de Marie salió de vacaciones y ella le pidió a Cooper que fuera a pasar una semana con ella a su casa.

Por supuesto que aceptó, pero cuando la roomie de Marie regresó, él se negó a salir de la casa. Después de mucho alegar con su novia, él le dijo que ya se iba, que estaría en casa de su padre y todos vivieron felices… Por unos días.

Las cosas dieron un giro extraño cuando las chicas que habitaban la casa se dieron cuenta de que la comida desaparecía, el papel de baño cambiaba de lugar, había extrañas huellas por aquí y por allá.

Pronto llamaron a un capacitado grupo de policías que después de encontrar las huellas, sólo dijeron: “Cambien las cerraduras”.

Un montón de huellas de dedos sucios se encontraron en la puertita que llevaba al ático, después de una primera inspección no encontraron nada, pero una segunda revisión al lugar reveló una verdad tan recalcitrante que haría que Dross llorara de miedo…

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El maldito de Cooper nunca salió de la casa de Marie, se fue a esconder a su ático, robaba su comida cuando las chicas se iban a trabajar y hasta sacaba dinero de sus cuentas bancarias. Perdón, Marie… pero sólo ve su cara, caray:

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La policía ya lo encontró y fue sentenciado a 16 meses de prisión bajo los cargos de “No manches, ¿neta?”, suponemos.

Vía Mirror

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