No, señores, no es porque quisiera saber qué se siente ser un cavernícola. Dejé de usar desodorante durante 20 días y ya. La neta, en estos días la canasta básica de un hombre se compone de cerveza, atún y papel de baño. Pero el desodorante… ¿para qué si estoy en cuarentena y ni salgo, tú?

Tampoco fue un tema de dejarme morir en suciedad, oigan. Me bañaba como siempre y me tallaba detrás de las orejas como me enseñaron de chiquito. Simplemente no usé desodorante. El día que lo decidí, me dije (es que me gusta decirme cosas): “bueno estamos encerrados, no pasa nada, mañana  me pongo”. Y ese mañana nunca llegó.

Lo primero que aprendí de mi excelentísimo experimento sin desodorante es que uno no conoce a la persona con la que anda hasta que convive con ella y sin desodorante. Los primeros días con la muchacha de mi corazón fue pura risa: “¿qué huele así?”, “No, pues debe ser algo de la cocina, jejeje”, “Ha de ser la basura, ya bájala, ¿no?”.

Pero por ahí del día 10, las cosas tomaron un tono más serio, mano. La clásica: primero risa y risa y luego “¿esto te parece chistoso, cabrón?”. Lo bueno es que por las noches ya tenía más espacio en la cama. Lo malo es que ahora parecía que estaba en cuarentena de pasión, ya ni un abracito, ni nada. Todo de lejitos. Parecía que mi novia andaba con Susana Distancia y no conmigo.

Para el día 19 ya me tocó sillón, ¡pero tampoco es mi culpa que la cuarentena cayera en verano e hiciera calor! Para el día 20, todo fue distinto. Ya no quería ser un hombre viviendo como si nada mientras le chillaba la ardilla. El aroma del mar me había convocado y yo, Daniel Sosa, comediante, atendí su llamado. Ese día tocó hacer la despensa, así que muy decidido me fui al pasillo de los desodorantes y asumakina. Todos olían a cuarentena como tu seguro servidor. Cada alma en ese pasillo necesitaba una buena rociada de Old Spice Mar Profundo.

Para el día 21, o como yo le llamo, el primer día del resto de mi vida, dejé de oler a cuarentena, pero más importante, volví a cometer el pecado de la carne, hermano. Porque una cosa es estar encerrado pero otra es oler a cuarentena. Si quieres oler a hombre-hombre y mantenerte protegido por 48 horas, date unos llegues de Old Spice Mar Profundo en la bisagra. No sólo dejará de aletearte el pescado, sino que vas a sentir que navegas en los mares de la frescura total con su fragancia que es mi favorita.  Y por favor, #NOHUELASACUARENTENA.

daniel sosa old spice

*Contenido Patrocinado por Old Spice

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