Muy cerca del Barrio Chino de Dolores, en el Centro Histórico de la CDMX, hubo una vez una enigmática sala de cine llamada el Palacio Chino.

Un lugar fuera de género que llamaba la atención por sus imponentes decorados orientales que adornaban tanto la fachada como las butacas. Y aunque en una época fue uno de los favoritos de los capitalinos, hoy permanece abandonado en el corazón de la ciudad.

El Palacio Chino, uno de los cines más prestigiosos en su tiempo/Imagen Pinterest

Y es que el Palacio Chino fue uno de los cines más elegantes y de mayor atracción para la gente de los años 40, 50 y 60.

Su exuberante sala con alfombras rojas, 4 mil butacas y decoraciones orientales cautivaba a cada uno de sus visitantes, que vivían una experiencia diferente al entrar y sentir cierta atmósfera del lejano oriente.

No obstante el cine cerró y el inmueble quedó en pie. Debido a los cambios de propietarios y a la corrupción. Del Palacio Chino sólo quedan algunos recuerdos lejanos de cómo era esta ciudad a principios del siglo XX.

Cuando ir al cine era parecido a ir al teatro y los hombres se ponían su ropa de sastre y las mujeres se llenaban de ornamentos para ver alguna obra en blanco y negro.

Hoy es otra de las tantas salas de cine abandonadas en la ciudad/Imagen Facebook Crónicas de la Ciudad Perdida

Tristemente, La gran sala está llena de graffitis, y ha perdido sus adornos característicos. Algunos indigentes duermen en lo que antes fue su espectacular fachada.

La historia del mítico Palacio Chino

El predio de la calle de Iturbide donde está este palacio, fue sede del Frontón Nacional desde 1898 y después de la Arena Nacional de lucha libre desde 1933. Esta sufrió un incendio en 1937 y el local quedó abandonado y a la venta.

El mítico cine se inauguró en marzo de 1940/Imagen Facebook Historias de la Ciudad de México

Fue el empresario de las salas de cine, Luis Castro, quien puso el ojo en este lugar para convertirlo en una de las más espectaculares salas que tendría la ciudad. El magnífico Palacio Chino con sus budas, pagodas y letreros neón abrió sus puertas el 29 de marzo de 1940 con la película Luna de Miel del director inglés Alexander Korda.

Sería una de las principales salas donde se exhibieron muchas películas del Cine de Oro mexicano, así como clásicos de Hollywood. Llegó a tener dos entradas en los años 50, una por la calle de Iturbide y otra por Bucareli. Sus decorados al estilo del lejano oriente eran lo que más llamaba la atención. Jarrones, pagodas, dragones, mascarones, paredes rojas y hasta un puente que cruzaba un riachuelo.

Nota de El Universal sobre la inauguración del gran cine/Imagen Facebook Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México

Y no sólo su decoración era fantástica. Al ser de las primeras salas de lujo, sus butacas estaban acojinadas y contaba con la tecnología más avanzada de la época, con su pantalla panorámica y el formato cinemascope para la proyección de sus películas.

Decoración única en su estilo

Muchas salas de cine de la época competían por ser las más lujosas y también tenían decoraciones muy características para que sus visitantes se sintieran en una atmósfera especial que los transportara a un entorno espectacular y diferente. 

El Cine Ermita era otro de los más lujosos de la época/Imagen Facebook Estampas de México

La sala del Cine Ermita en Tacubaya, hoy desaparecida, contaba con un mural del pintor Xavier Guerrero, maestro de Diego Rivera, que se llamaba “El día y la noche”. El vestíbulo del Cine Diana estaba adornado con una obra de arte abstracto del pintor Manuel Felguérez llamada “Mural de hierro” a base de relieves metálicos.

Muchos no podemos olvidar el cine Continental o “La Torre” del cine Lindavista, los dos decorados con personajes y adornos del mundo mágico de Walt Disney.

La época de gloria de este cine se perdió con el paso del tiempo/Imagen Facebook CDMX

Y Luis Castro no se quedó atrás. La construcción del Palacio Chino la encargó a los arquitectos Luis De La Mora y Alfredo Olagaray y el diseño de su decoración a los artistas Juan Campos y Humberto Ramírez, la que de seguro estuvo motivada por su cercanía al tradicional Barrio Chino.

El Palacio Chino cambia de dueños

Para la década de los 50 el gran cine se pone a la venta y lo compra el productor y empresario Carlos Amador. El tamaño del local se redujo a la mitad y además quedó dividido en cuatro salas. Entonces se le conoció como Tele-cine Palacio Chino. Pero con el cambio, su prestigio comenzó a decaer y para mediados de los años 60 ya se le consideraba más bien como un cine de segunda clase.

El palacio fue popular y muy querido por los capitalinos hasta su clausura/Imagen Instagram Cine Palacio Chino

Llegó a proyectar películas infantiles en horario de matiné y se volvió un clásico para irse de pinta. Por mucho tiempo sus películas se anunciaban en el radio y hasta el Tío Gamboín regalaba boletos a sus sobrinos para que lo visitaran. 

La decadencia llega al palacio

En los años 80 llegaron las videocaseteras y los videoclubes. Ya en los años 90, su nuevo dueño sería la cadena Cinemex. De cuatro salas pasó a contar con once y al mismo tiempo perdió su identidad de gran pagoda oriental.

La sala abandonada espera poder ser rescatada/Imagen Facebook Regular.Mx

El tiempo pudo más y después de dos décadas con Cinemex, para 2016 tendría que cerrar sus puertas y quedar desmantelado. Hoy sólo queda el local vacío en espera de algún nuevo dueño que lo haga revivir para volver a entrar en actividad.

Después de casi 77 años de dar entretenimiento a toda la familia, hoy se extraña a esta espectacular pagoda mexicana que animó el corazón de la ciudad.

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