Cuando no se va a una taquería en la que los alimentos se bajan con un buen tepache, lo que se busca es que los acompañantes no noten la inexperiencia en el arte de pedir un vinito. Sin embargo a este oriundo de Atlantic City le salió muy caro querer aparentar caché… eso y no usar sus lentes.
Joe Lentini se encontraba en un restaurante dos, tres de “catego” celebrando una cena de negocios con nueve invitados… ya después de empacar sabroso, decidieron continuar hablando de “bisnes” con un buen vino. Lentini fue el encargado de hacer la selección y para no exhibir que él nomás ingiere pura sidra “Santa Claus” en navidad, pues recurrió a la clásica pregunta: “usted qué me recomienda”.
“Le pregunté a la camarera si ella podía recomendar algo decente porque no tengo experiencia con el vino”
Sin embargo, Lentini no contaba con que la camarera vio que el comensal le hacía honor a su apellido y le señaló una botella algo “cara”: “Ella señaló a la botella en el menú. Yo no llevaba mis gafas. Le pregunté cuánto y ella dijo: ‘Treinta y siete cincuenta’”… grave error de comunicación.
Después de chupársela –la botella- pidieron la cuenta y para su sorpresa la suma de los degustado ascendía a 4 mil 700 dólares con 61 centavos… obviamente Mr. Lentini se puso al brinco, pero tras discusiones y rebajas, sólo consiguió reducir la cuenta a 2 mil 200 dólares.
Josep Lupo, vicepresidente ejecutivo y vocero de Bobby Flay, restaurante en el que se dio la confusión, defendió la conducta de la camarera, al señalar que no permitirán que esta historia negativa sirva para cuestionar “nuestra integridad y estándares”: “En este caso aislado, tanto la camarera como el sommelier verificaron la botella solicitada con el patrón“.
¿Y de menos el vinito valía los 3 mil 700 dólares? … “No fue genial, no fue terrible. Estaba bien”, comentó Lentini… mmmmta.