En México hay muchos problemas y uno de ellos, gira entorno a un grupo especialmente vulnerable: los niños y adolescentes. Violencia infantil, situación de pobreza (extrema en ocasiones), desnutrición, problemas familiares graves, secuestros, desapariciones, embarazo adolescente, educación trunca, trabajo infantil, situación de calle…son los  principales males que aquejan a este sector de la población.

Sólo para darnos una idea, de acuerdo a cifras del INEGI y de UNICEF, aproximadamente 2 millones de niños y adolescentes entre 5 y 17 años trabajan y de estos 42.5% no reciben remuneración alguna. 63% de la población de 3 a 5 años asiste a la escuela, mientras que sólo el 44% de personas entre 15 y 24 años acude a algún centro educativo. Y el promedio de escolaridad está en segundo de secundaria,  aproximadamente nueve años de estudio. 4.42 millones de niños mexicanos –11 % de la población infantil– viven en pobreza extrema. 11 mil niños mexicanos intentaron llegar a Estados Unidos y fueron deportados, la mayoría de viajaba sin la compañía de un adulto. La tasa de embarazo adolescente es de 9 por ciento. Además, la población infantil en situación de calle es una situación común en México (basta con salir a la calle para percatarnos de esto), sin embargo, por algún motivo, estos niños no son tomados en cuenta en las estadísticas actuales. El último censo oficial se realizó en 1995 y en ese año había más de 13 mil niños viviendo en esas condiciones, 20 por ciento más de los que había en 1991.

Frente a esta terrible situación existen diversas personas e instituciones que han decidido hacer algo al respecto. Muchas veces se reconoce a las instituciones pero nos olvidamos de los individuos que dan su apoyo a través de éstas y su trabajo suele pasar desapercibido. Es por eso que queremos hacer una mención especial a todas las mujeres que se han convertido en madres y en un apoyo para estos niños desamparados. Ellas han realizado un gran trabajo y han dedicado su vida a dar un hogar a uno o más niños; a cuidarlos, educarlos, y darles el entorno familiar y seguro al que todo niño debería tener acceso.

En muchas ocasiones, y por diversos motivos, no son las madres biológicas las que se encargan de sus hijos. Muchas veces los niños son criados por familiares como la abuela, el padre, la tía o parientes. En peores circunstancias son abandonados o se ven forzados a huir de su hogar. Si tienen mucha suerte son apoyados por instituciones o personas, quienes los ayudan a reintegrarse a la sociedad encontrándoles una familia adoptiva. Aún así, es común darle un segundo lugar a esta familia adoptiva, en especial a la madre con frases como “no es la mamá, mamá”, “es la mamá de cariño”, “ella no es su verdadera madre”, “es la mamá de corazón”  o  “es la mamá sustituta”; cuando el trabajo y amor de éstas es igual o mayor al de una madre biológica, y su labor es noble en todos los sentidos.

Una de estas instituciones es  Aldeas Infantiles SOS y su misión es apoyar a estos niños que se encuentran desamparados. Su asociación está dividida en cuatro principios: Que cada niño esté al cuidado de una madre, con la cual establecerá un lazo de amor, seguridad, confianza y estabilidad; que los hermanos biológicos siempre permanezcan juntos; que la casa sea el espacio en donde el niño será educado, cuidado y obtendrá ese calor de hogar que es tan necesario para desarrollar un sentido de seguridad y pertenencia; y que la familia esté directamente involucrada con la aldea. Las familias SOS viven  juntas, para crear un entorno de apoyo  y al mismo tiempo conviven fuera de la aldea con la comunidad que les rodea.

Aldeas Infantiles SOS es una Organización de Asistencia Privada, independiente, no gubernamental, sin inclinación religiosa y de desarrollo social, que tiene como principal objetivo la formación de familias para niños y niñas que han perdido la protección de sus padres, integrándolos en un sistema que les permita desarrollar una vida como la que todo niño se merece.

La labor integral que realizan esta institución y las madres que participan en los programas es realmente admirable. Ellos nos hacen ver y valorar  lo afortunados que somos,  y que a veces nos quejamos de muchas cosas sin apreciar lo bueno que sí tenemos. Por eso, y porque siempre hay alguien que necesita más que nosotros, es importante retribuir un poco de lo bueno que nos ha tocado y una gran opción es apoyar a estas instituciones donando lo que esté a nuestro alcance.

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