En su origen, el término se aplica a las generaciones nacidas a partir de 1984. Popularmente se utiliza para encasillar a la generación de jóvenes que nacieron en los 90 y han crecido con las innovaciones y tecnologías del nuevo milenio.
Pero lo que resulta más curioso sobre este término es la forma derogativa con la que se utiliza. En especial para referirse a la indiferencia y a varios de los aspectos negativos que se le achacan a este grupo. Pero, ¿realmente son todos ciertos?
El escritor Simon Sinek se convirtió en toda una sensación de internet (vaya, que ironía) después de dar una plática sobre el problema real de los millennials.
Si bien enlista todos los aspectos negativos de la generación –indiferencia, sentido de apropiación, expectativas irreales, etc.– reconoce que todo esto no es más que una fachada. El problema es mucho mayor.
A causa de una educación sobreprotectora y a las absurdas expectativas que se llegan hacer, entran en constante conflicto. En especial al encontrarse ante la realidad del mundo laboral. Esto porque su idea de dejar un impacto no es más que una chaqueta mental. Lo anterior les puede causar una grandes depresiones.
Gracias a que las redes sociales y varios servicios de internet han creado una satisfacción instantánea, los jóvenes quedan indefensos. No saben cómo reaccionar ante las presiones y sacrificios que implica el entrar a un trabajo.
En fin, mucho se le achaca mucho a esta generación. Sin embargo, hay que recordar que muchos de sus problemas se deben a la educación que recibieron de sus padres. Pero ese un tema para otro día…