“No le den comer a los animales”, es uno de los avisos que casi todos los parques y reservas le dan a sus visitantes, ya que los residentes salvajes tienden a acostumbrarse a ser alimentados por humanos, lo que los lleva a atacar a quienes no hagan caso a sus demandas.

Pero nada como nuestros parientes simiescos, los cuales han convertido algunos de los lugares turísticos más visitados de los países asiáticos en pesadillas.

Mono ratero
Vía: Getty

Entre los más notorios causantes del caos, se encuentran los macacos que residen en el templo de Uluwatu, en Bali. Desde hace unos cuantos años, estos monitos han aprendido que para obtener comida lo único que tienen que hacer es robar cosas como lentes, chanclas y otros objetos que para ellos no tienen ningún uso.

Para recuperarlos, las víctimas de semejantes atracos deben de intercambiar comida con los monos. Y no cualquier cosa, sino lo que ellos quieran comer.

Pues sí, estos vivales del reino animal han aprendido a extorsionar a la gente, manteniendo como rehén las posesiones materiales hasta obtener la comida deseada. Esto, puede ir desde el típico plátano, hasta una barra de chocolate.

De hecho, varios científicos que encuentran fascinante este comportamiento han sido testigos de las reacciones agresivas ante un alimento no deseado.

“Limosnero y con garrote”, es impresionante como han logrado aprender a diferenciar con tan solo ver cosas como los empaques y etiquetas. En pocas palabras, ni como darles gato por liebre.

En fin, tanto los residentes como lo turistas no saben qué hacer con estos animales y sus triquiñuelas.

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