“El día en que el crimen esté en su pico más alto, los burros se levantarán llenos de ira y cometerán actos atroces”.

Si esa no es una profecía, entonces nada en este mundo podría habernos preparado para lo que ocurrió en Nueva Delhi, hace unos días. La policía del estado de Uttar Pradesh, en la República de la India, reportó el arresto de una manada de burritos que causaron pánico y destrucción de la propiedad de una prisión local.

¿Qué clase de actos horribles llevaron a cabo? Nada menos que comer y dañar las invaluables plantas en el complejo del distrito de Urai. Afortunadamente no salieron impunes, porque fueron llevados a la ley, donde cumplieron una condena digna de cualquier bravucón de su calaña: cuatro días tras las rejas.

“Estos burros han destruido plantas muy costosas, que por cierto, fueron plantadas por los oficiales de alto mando”, dijo R.K. Mishra, del departamento de contaduría de la prisión. “A pesar de las advertencias, su dueño los dejó sueltos, así que aquí detuvimos a los animales”.

Sin duda un movimiento ágil y efectivo por parte de las autoridades. Sin embargo, el acto de justicia no duró por mucho tiempo, ya que Kamlesh, el dueño de los burritos, se acercó un político local y pidió un acto de clemencia (obviamente no merecida). Algunos elementos de la fuerza se negaron a levantar el castigo, pero las órdenes de más arriba eran claras y debían acatarse.

Este es un claro ejemplo de lo que ocurre cuando la corrupción y la impunidad invaden las calles. Hoy son sólo unos burros causando desorden, pero mañana podría nacer la primera organización criminal de cuadrúpedos que siembre el terror, tanto en la India como en el resto del mundo.

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