Mucho triunfo de México, mucho mundial, mucho vodka y mucho fútbol. Pero sería imperdonable estar en Rusia y no asomarnos al Planetario de uno de los países que cimbró al mundo al iniciar el capítulo que la historia recuerda como la carrera espacial.

Y es que, aunque nuestro lado del mundo estamos acostumbrados a maravillarnos por los logros de la NASA, no podemos olvidar que la Carrera Espacial Soviética, les convirtió en el primer país en enviar un satélite al espacio, a una criatura viva como la Perrita Laika, al primer hombre (Yuri Gagarin) y también a la primera mujer (Valentina Terehskova). También, fueron los primeros en realizar una caminata espacial, comandada por el astronauta Aleksei Leonov así como los primeros en enviar una estación espacial, llamada Saliut, sin contar las primeras sondas interplanetarias que fueron lanzadas por los soviéticos en los años sesenta.

Planetario Espacial de Moscu
Así luce la entrada al Planetario Espacial de Moscú en Rusia

Irónicamente, el interés de los rusos en el espacio, surgió más por consecuencia, que por que lo hubiesen buscado, y es que tras la segunda guerra mundial, la URSS quería desarrollar su propia bomba atómica, para estar preparados en caso de que se necesitara. Sin embargo, como esta era mucho más pesada que la utilizada por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki, los rusos comenzaron a desarrollar un cohete más poderoso para transportarla.

Sin darse cuenta, los soviéticos terminaron creando una obra maestra, llamada el Cohete R-7 Semyorka, que llegó a ser el más potente de su generación, y tras varios lanzamientos fallidos, en 1957 logró recorrer más de 5,600 kilómetros, comprobando su valía, para comenzar con la exploración espacial.

La persona encargada de este proyecto, fue el ingeniero Sergei Pavlovich Korolev, cuya identidad se mantuvo en secreto para protegerlo de cualquier intento de asesinato (recordemos que hablamos de la época de la Guerra Fría) hasta el día de su muerte.

Interior Transbordador Espacial Ruso

Fue precisamente Kolorev quién quiso demostrar al mundo que su creación podía aportar mucho al campo de la ciencia y a la conquista espacia y bajo esa idea, se propuso junto con su equipo de ingenieros, fabricar un satélite: El Sputnik, que estéticamente era una gran esfera de metal que guardaba en su interior un transmisor de radio, que desde el espacio, emitía una señal que era capaz de ser detectada en la Tierra.

Su siguiente paso, fue enviar un ser vivo al espacio, un evento que coincidiría con el 50 aniversario de la revolución bolchevique de 1917. Así, es como la URRS envío al espacio a Laika, una perrita que, durante mucho tiempo, se aseguró que había logrado sobrevivir algunos días en el espacio, hasta que en el 2002, la inteligencia rusa aceptó que en realidad, Laika había muerto a las pocas horas de haber despegado, por el sobre calentamiento de la nave en la que era transportada.

Prototipo del Satelite Sputnik utilizado para realizar proyecciones en el Planetario de Moscu
Este es una esfera que recuerda al Sputnik, pero que en realidad es utilizada para realizar diversas proyecciones sobre el techo del planetario

Sin embargo, los golpes propagandísticos dados por los rusos, hicieron que a los norteamericanos se les pusieran los pelos de punta y si hubo algo que terminó por voltearles la bilis, fue la sonrisa de Yuri Gagarin, tras convertirse en 1961 en el primer humano en llegar a la órbita de la Tierra a bordo de la cápsula Vostok, dando la vuelta al planeta en poco menos de dos horas.

Fue este el gesto que hizo que el gobierno norteamericano, decidiera invertir una gran cantidad de millones de dólares, para demostrar al mundo que si los soviéticos llegaban al espacio, ellos podían caminar en la Luna. Y así es como dio inicio el mito de Neil Armstrong y aquel “pequeño paso para el hombre, pero gran salto para la humanidad”

Sistema Solar Carrera Espacial Moscu

No sería sino hasta la desaparición de la Unión Soviética, que se declararía “el fin” de la carrera espacial, con todos los aciertos y errores cometidos, tanto por soviéticos, como por estadounidenses, y todas estas glorias, son recordadas dentro del Planetario de Moscú, que ofrece también una colección de “asteroides” recuperados por los rusos, así como su propia interpretación de cómo está organizado el sistema solar.

Una visita obligada para todos aquellos que vienen a Rusia en el presente mundial, y como Tip especial, no olviden visitar la tienda de souvenirs, donde encontrarán camisetas, imanes y llaveros de Yuri Gagarin y por supuesto, de la querida perrita Laika.

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