El jefe de campaña electoral de Donald Trump, Corey Lewandowski y su exayudante David Bossie, lanzaron a la venta el libro “Deja a Trump ser Trump”, en el que relata las mejores aventuras que el actual presidente estadounidense y su equipo, pasaron durante su gira de promoción, pero también ventilan una que otra intimidad del magnate, como lo era sus hábitos alimenticios.

La orquestación y la gestión de los tiempos de las comidas del señor Trump era tan importante como cualquier otro aspecto de sus intentos de aproximación a la presidencia“, se relata en el libro.

Y es que esos cachetes, no son de a gratis; al menos durante la campaña electoral, Trump acostumbraba hacer una rigurosa dieta, basada en pizza, Kentucky Fried Chicken, McDonald’s y eso sí, su Coca Cola Light.

Y si después de la comida, le quedaba un huequito, su equipo se veía obligado a cumplir sus antojitos, entre los que se encontraban patatas fritas de bolsa, pretzels, paquetes nuevos de galletas Oreo, porque al actual presidente, no le gusta comer de un paquete previamente abierto, y Vienna Fingers, una galleta americana con relleno cremoso.

Que Trump sea fanático de Mc Donald’s, no es ningún secreto, él mismo ha declarado su amor por la comida rápida del lugar e incluso prestó su imagen para uno de los comerciales de la cadena de Ronald McDonald en el 2002.

La revelación de la reciente publicación de Lewandowski y Bossie es que el apetito del político, podría dar miedo a cualquiera. Aunque claro, bien se puede justificar ya que el desgaste electoral, requiere de muchas calorías para compensar.

Si algún día quieren invitar a comer al presidente número 45 de Estados Unidos, más vale que vayan sin desayunar para poder comer al igual que su invitado. Su volumen estomacal, es capaz de digerir dos Big Mac, dos hamburguesas de filete de pescado y una malteada de chocolate, de un sentón.

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