No hay duda de que el internet es uno de los mejores inventos de todos los tiempos, pero también se ha convertido en una vitrina en la que estamos totalmente expuestos, pues con tan solo un vistazo a nuestras redes socials, se pueden enterar de nuestra edad, cumpleaños, donde trabajamos y ver quienes son nuestros amigos.
Con todos estos datos en internet, estamos más vulnerables a stalkers y acosadores, para ejemplo esta historia aterradora que le pasó a una usuaria de Twitter. Una mujer se puso en contacto con Twitter para reportar a un hombre que la estaba acosando y como respuesta la red social le mandó toda su información, incluida su dirección, al sujeto que la acosaba.
La mujer declaró a Business Insider estar “sumamente preocupada por ella y por su hijo de dos años”. De acuerdo con el sitio estadounidense, la mujer está involucrada en la industria de la tecnología y también ha estado en algunas actividades políticas, por lo que tiene algunos opositores que se dedican a buscar y publicar información privada sobre su vida con la intención de amenazarla y acosarla.
El acosador de la mujer, incluso posteó fotos de su hijo, fotos que tomó directamente de su cuenta de Dropbox, cuando la mujer se quejó con Twitter, le mandaron un formulario para que reclamara los derechos de autor, ya que la queja involucraba una foto.
El formulario pide a los demandantes su nombre y dirección, entre otros datos personales y el enlace de la foto, sin embargo Twitter no le avisó a la mujer que el hombre que estaba denunciando recibiría una copia de este formulario, notificándole la queja. Poco después la mujer se enteró que su acosador tenía sus datos porque el muy descarado twitteo que la red social le había enviado su información de contacto.
Las medidas que tomó Twitter fue suspender la cuenta del acosador y solo eso. La mujer está furiosa, pues supo que el hombre ya había tenido dos cuentas suspendidas anteriormente, lo que lo perfila como peligroso. Hasta el momento Twitter no le ha ofrecido ninguna explicación de lo sucedido.
¡Que miedo!
