Casi siempre estamos platicando de las cosas que queremos en nuestra vida, pero no de lo que deseamos una vez que nuestro papel en este mundo ha terminado.

La última voluntad de un ser humano es importante, porque a pesar de que para algunas personas, sólo signifique un recuerdo, también puede ser interpretado como la huella que se deja para el resto del mundo. Todos los agradecimientos, amarguras, alegrías, arrepentimientos y demás emociones agridulces, pueden quedar plasmadas en las palabras finales de alguien y aunque no lo crean, es un tema interesante para platicar.

A continuación, les vamos a dejar algunas de las voluntades más extrañas que encontramos vagando en internet. Ustedes tendrán que decirnos cuál de todas es la mejor.

El Legado de Amargura

El Legado de la Amargura
Imagen de Wikimedia

El millonario de Michigan, Wellington Burt, y su último deseo, fueron conocidos como “El Legado de Amargura”, porque en 1919, él estipuló que su fortuna no sería heredada hasta que se cumplieran 21 años de que muriera su último nieto. Nadie sabe por qué el excéntrico mercader de madera hizo tan extraña petición, ya que con esto dejó a un lado a todos los familiares que apoyó en vida.

Para 1989, su último nieto falleció y así fue como dio inicio al conteo. Un equipo de abogados fue el responsable de determinar cuáles eran los familiares que serían elegidos para cobrar la herencia, y para 2011, un grupo de 12 personas recibió la generosa cantidad de $110 millones de dólares.

La cena por mi cuenta

Director Bob Fosse
Imagen de Getty Images

Bob Fosse, el conocido director, coreógrafo y ganador del Oscar, dejó una petición que benefició a 66 de sus mejores amigos. En 1987, cuando Fosse murió, dejó la suma de $25,000 dólares para dividirla entre ellos (así es como todos terminaron ganando $378.79 dólares), de modo que todos pudieran salir a cenar algo rico y pagado por él.

Entre las personas que recibieron esta lana, se encontraron nombres reconocidos como Dustin Hoffman, Jessica Lange y Liza Minelli. La esposa de Fosse, Gwen Verdon, siguió el último deseo del director e invitó a todos los mencionados a una celebración digna de recordarse.

La última voluntad más antigua conocida

Para conocer esta historia, tenemos que viajar hasta 1890, cuando el arqueólogo Sir Flinders Petrie se encontraba excavando una pirámide en el Lahun, Egipto. Ahí se descubrió el último deseo más antiguo de todos, que estaba conformado por una serie de documentos fascinantes escritos en papiros capaces de probar que, incluso en el antiguo Egipto, también se hacían peticiones poco usuales.

La última voluntad de Ankh-ren (también conocido como Sekhenren, dependiendo de la traducción) fue escrita en 1797 a.C. y dictaba que todas sus pertenencias pasarían a ser de su hermano Uah. El deseo de este tal Uha, también fue encontrado y detallaba que todas sus cosas pertenecerían a su esposa Teta, quien realmente no podía tomar nada, porque parte del trato era no derribar ninguna de las tumbas de estos chicos.

Vaya herencia, ¿no?

Un montón de… ¿nada?

Un legado de nada
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1553 era una época curiosa, sin duda. La última petición de un satírico renacentista llamado Rabelais, fue famosa porque consistió en una simple línea: “Yo no poseo propiedades disponibles, porque tengo una gran deuda; el resto se lo dejo a los pobres”.

Regalando su arrepentimiento

Hein y su testamento extraño
Imagen de Wikimedia

Un poeta y ensayista alemán, conocido como Heinrich Heine, dejó una cláusula muy extraña dentro de su última voluntad, pero para entenderla, tendremos que conocer parte de su vida.

En 1841, el sujeto se caso con una mujer sin educación llamada Crescence Eugénie Mirat, a quien misteriosamente llamaba Mathilde. Ellos estuvieron unidos en sagrado matrimonio por 15 años, pero tuvieron una relación bastante volátil y llena de conflictos.

Sin embargo, la “alegría” de esta pareja no duró mucho, porque Hein se enfermó gravemente a finales de la década de 1840 y fue confinado a permanecer en cama hasta el final de sus días. Al saber que estaba muriendo, el sujeto puso una cláusula en su testamento, estipulando que Mathilde sólo podría heredar su dinero si se volvía a casar.

Podría parecer un deseo bastante extraño por parte de un esposo amoroso, pero cuando sus amigos le preguntaron por qué lo quiso así, el sólo respondió: “Porque entonces, al menos un hombre lamentaría mi muerte.”

¡AUCH!

Como pueden ver, la gente a veces no sabe ni qué hacer con su vida o en estos caso, con su muerte. Posiblemente ustedes conozcan historias tan curiosas como estas, así que sería genial que las compartieran.

¡Esperemos que les haya gustado!

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