Taiwán es una isla extraña en muchos sentidos. Reclamada por dos supuestos gobiernos legítimos: la República de China (una administración que ansía a toda China, pero que sólo tiene poder real en la isla) y por la República Popular de China (la otra administración que reclama al gran país y que simplemente no administra este rincón), resguarda una de las economías más importantes de Asia. Taipéi, su capital, sufre el problema que toda urbe de economía emergente tiene: una cantidad absurda de personas tratando de coexistir.
En Taiwán, tener un auto es un lujo. Esto, sumado al excelente clima de la isla, ha generado la mayor concentración de tráfico de motocicletas y motonetas del mundo. En Taipéi, las calles tienen carriles exclusivos para vehículos de 2 ruedas. Quizá por allá están acostumbrados a manejar todo el día con el codo de alguien a menos de un centímetro del propio, pero para los occidentales, resulta un espectáculo loquísimo.