Kadavar nos transportó anoche del Plaza Condesa a Berlín

Reseña y Fotos: KADAVAR

Lunes, 28 de septiembre
El Plaza Condesa
México, DF

EL CONCIERTO

Kadavar regresó a la Ciudad de México para dar el concierto que todos esperábamos de ellos, parte de la gira de promoción de su más reciente álbum, Berlin. Unas horas antes de su presentación invitamos a la banda alemana a comer y probar mezcales en Alipús Condesa, así que estén al pendiente de ese video en un futuro no muy lejano. De izquierda a derecha en el escenario: Christoph “Lupus” Lindemann en vocales y guitarra; Christoph “Tiger” Bartelt en la batería; Simon “Dragon” Bouteloup en el bajo. El Plaza Condesa se vio a su máxima capacidad.

SETLIST

1. Lord of the Sky
2. Pale Blue Eyes
3. Stolen Dreams
4. Doomsday Machine
5. Black Sun
6. Goddess of Dawn
7. The Old Man
8. Broken Wings
9. Living in Your Head
10. Forgotten Past
11. Into The Night
12. Thousand Miles Away From Home

ENCORE:

13. All Our Thoughts
14. Come Back Life

OPINIÓN

Después de tantos conciertos de electronica, hip-hop, indie folk, post-punk, y demás géneros extraños en los últimos meses, siempre es bueno regresar a las raíces para darse un baño de guitarra, bajo, y batería. Kadavar es la banda rara que cumple esas exigencias ya que no es el típico acto de nostalgia que nos intenta transportar a la buena década de los 70 (cuando a la banda si le latía el rock pesado de a de veras, no cómo la chaviza de ahora con sus fresadas indie y su dance mamila *coffcoff*), sino logran la casi-imposible hazaña de sonar como una banda no-metalera que tiene los pies puestos en el presente. A juicio personal, sí tienen una que otra rola por ahí que remite “un poco demasiado” a Deep Purple o a Iron Maiden, y el sonido deja ver su edad, pero no son más que unos minutos en un show de hora y media de riffs enloquecedores. Y cómo yo venía desvelado y enfermo anoche, voy a agregar “alucinadores” también.

Vestidos de negro, de la estatura de titanes, y con barbas y cabelleras que cubrían ocho novenas partes de sus rostros, los tres integrantes de Kadavar lucían el rol de seres extraídos de la mitología nórdica. Cuando salieron al escenario para abrir con “Lord of the Sky” (también el primer tema de su nuevo disco) era obvio que sus guitarrazos no eran tanto para el desmadre de los slams (aunque claro que hubo algo de eso), sino más aptos para el headbanging desenfrenado. Su estilo de rock es aquel que derrite la línea congruente de la la razón y simplemente deja que la mente divague en imágenes oníricas de memorias que quizás no te pertenezcan. La extensa duración de sus temas permite que la destreza de “Lupus” en la guitarra te guíe a lo largo de tus delirios.

En estos conciertos en el que todos los trazos salen a la perfección nunca hay mucho qué resaltar. Los párrafos de estas reseñas en otras ocaciones no son más que quejas de sonido, diatribas contra la organización, y observaciones sobre el comportamiento nefasto del público, pero aquí la gente se portó como se podría esperar de un público acostumbrado a los riffs, disfrutando un show que, a decir verdad, tenía precio de ganga. Las alabanzas siempre salen sobrando porque la banda solo está cumpliendo su chamba, la de proporcionar a su audiencia con un rato de placer estético. Un bueno rato, pues, no hay que ir más allá. Aunque claro, dos o tres rolas más en el setlist no hubiera estado tan mal.