La música alimenta el alma pero también, sirve para hacernos sentir mejor, peor, para causar todo un remolino de emociones y al mismo tiempo definir cada estado de ánimo. Es un aliciente para continuar, para vivir, para sentir. También es una forma de expresarse. No siempre sobre los sentimientos o el alma, sino los pensamientos mismos. Así es como nos encontramos con una gran variedad de géneros, de melodías, de letras, de discos… 

Para fortuna de muchos, la música sigue creciendo, sigue aumentando su producción y, a pesar de que esto vaya conforme el mundo de la inmediatez de la información, las redes sociales y el internet, agradecemos que esto suceda pues, de otra forma, sería más complicado seguir disfrutando de este arte. 

Para cerrar agosto, varias bandas y artistas han lanzado nuevos discos, los cuales, hasta ahora, han generado una buena respuesta no solo de sus fans sino de medios especializados. Armar este listado resultó gratificante no solo por el hecho de “descubrir” nuevos talentos, nuevas habilidades, sino para reafirmar porqué la música jamás pasará de moda y agradecer que este mes se termina, pero todavía tenemos mucho por escuchar. A continuación te enlistamos siete discos que tienes que tener en el radar. 

The Kooks – Let’s Go Sunshine

Decir que una banda siempre va a estar en el gusto de todos por sus discos es difícil. Los artistas constantemente se van renovando, van cambiando estilos y con los británicos de The Kooks no ha sido la excepción. Con Let’s Go Sunshine la banda nos recuerda un poco a lo que escuchamos anteriormente en Junk of The Heart (2011), Konk (2008) o Inside In / Inside Out (2006), sin embargo, no logran cuajar de todo esta idea por retomar ciertas letras que hablan de que jamás podrás ser esa persona que el otro quiere y el desamor o bien, lo genial que puedes llegar a sentirte cuando estás enamorado. 

La producción musical es muy buena, e incluso tiene varios puntos altos como “Kids”, “Believe”, “Four Leaf Clover”, “Tesco Disco” y “Honey Bee”, pero el problema llega con el resto de las canciones que parecen no tener ni pies ni cabeza. Con esto no nos referimos a composición, pues de hecho The Kooks juega mucho a lo largo del disco con matices melódicos como pop, britpop, pedazos acústicos y demás. El problema está en que no terminan de integrarse y ser un disco pegajoso que se pueda escuchar de principio a fin. 

En Inside In / Inside Out tuvimos casi el mismo número de canciones, pero la frescura de este tipo de ritmos era lo que nos mantenía alertas, con Let’s Go Sunshine hace falta algo mucho más, algo que te mantenga pegado a los audífonos, alerta a ver cuál será el nuevo éxito de esta banda que sigue intentándolo, sigue tratando de descubrir cuál es su rumbo, pero todavía no termina por encontrarlo o mejor dicho, no termina por regresar a sus raíces, a lo que alguna vez fue. 

Wild Nothing – Indigo

Wild Nothing es una banda que va mejorando su sonido con los años y eso siempre es digno de agradecer. En esta ocasión con Indigo, el cuarto disco en la carrera de este proyecto, Jack Tatum hace uso de la tecnología más que nunca entre pedales, sintetizadores y cajas de ritmo. Todo para crear un ambiente atmosférico como si fuera del espacio, para adentrarnos en esas tonalidades dream pop con pinceladas de shoegaze. También le añade un poco de color gracias al uso de coros, bajo, batería, guitarra y varias reverberaciones. Todo gracias a la ayuda de Jorge Elbrecht —quien anteriormente ha trabajado con Ariel Pink, Gang Gang Dance y Japanese Breakfast—. 

Jack no trata de evolucionar, sino de pulir sus melodías al punto de recordarnos sus inicios con Gemini (2010) pero más a Nocturne (2012), su segundo material de estudio que hasta la fecha se coloca entre los favoritos de los fans. Otra cosa que también logra es que este disco pueda escucharse de principio a fin y on repeat. Jamás sientes el cambio, ni te da pereza o genera algún otro sentimiento como el hartazgo. La música de Wild Nothing es sinónimo de belleza, de ligereza, de felicidad incluso cuando las letras son tristes como “Wheel of Misfortune” o “The Closest Thing to Living”. Lo que sí es que hay varios puntos altos como “Letting Go” —tema encargado de abrir el disco—, “Wheel of Misfortune”, “Canyon on Fire” —que inicia con un riffs de guitarra que incluso le dan un toque psicodélico— y “Flawed Translation”. 

Tash Sultana – Flow State

Con esta cantante australiana hemos tenido varias sorpresas. Y es que su habilidad a la hora de componer, tocar los instrumentos y producir es algo que hemos visto pocas veces, específicamente en artistas contemporáneos. Sin embargo, para su álbum debut, Flow State, Tash Sultana nos da una grata sorpresa al punto de hacer que este disco se convierta en uno de los mejores discos del año no solo por su gran calidad, sino porque dentro de él alberga la pasión de una chica que encontró su salvación en la música. Flow State es una catársis dividida en 15 deliciosas pistas, cada una trabajada delicadamente por Tash, quien aunque dio espacio a cada instrumento (todos tocados por ella), otorgó el protagonismo a sus cuerdas, dando como resultado una poderosa mezcla de soul, R&B, lo-fi y rock psicodélico que vuelan la cabeza.

Big Red Machine – Big Red Machine

Un proyecto colaborativo entre Justin Vernon y Aaron Dessner, mejor conocidos como Bon Iver y el guitarrista, bajista o mejor dicho, el multinstrumentista de The National, respectivamente. Eso es lo que significa Big Red Machine, cuyo álbum debut homónimo llegó para cerrar agosto y convertirse en uno de los discos más experimentales pero que junta lo mejor de ambos artistas. Por un lado nos encontramos con la parte tecnológica, la que involucra sintetizadores, loops de sonidos sucios, como de un videojuego; y por el otro está la parte rock, la que involucra los riffs desaliñados de guitarra, la voz. 

Es un poco de electrónica, de ambient, con una mezcla de pop-rock. La voz de Justin Vernon hace lo suyo, se convierte en la protagonista de todas estas historias en las que lo acompañan algunos coros, algunas distorsiones, algunos beats incansables y el piano. También hay un poco de elementos instrumentales con guitarra acústica cuyos acordes se repiten a lo largo de la canción.  Entre los mejores tracks perfilan “Deep Green”, “Air Stryp” y “Melt”, un corte cargado de guitarrazos, de voces desesperadas, de gritos. Es el ruido con el que concluye este viaje que comienza movido, después se embarca en la ligereza como de un sueño, y termina en un golpe de realidad. Big Red Machine es la nueva propuesta que traen Justin y Aaron que promete. Y mucho.

Anna Calvi – Hunter

Brian Eno no se equivocó con catalogar a Anna Calvi como “la mejor cosa que le ha pasado a la música desde Patti Smith”. Desde 2010, esta artista londinense se ha colocado dentro del gusto de la gente y ha recibido grandes halagos de expertos de música. Muchos la han comparado también con Nick Cave o PJ Harvey, y con su nuevo material de estudio, Hunter, Calvi se muestra atrapada en el deseo, en la desesperación, en ritmos perfectamente compuestos, estructurados que van desde la batería, hasta los carraspeos de guitarra o bien, esa voz excepcional de Anna que raya entre lo sensual y mítico. 

El track que comienza a sumergirnos en toda esa magia y que incluso nos rememora a PJ Harvey es “As a Man”, pero con el track que da nombre al disco, “Hunter”, Calvi se muestra mucho más madura, consciente de ese sufrimiento propio. “One more taste, one more time, I open the door”, se escucha. Después hay algo más pop-rock o mejor dicho, menos oscuro en “Don’t Beat The Girl Out of My Body”. Este podemos decir que es un pequeño resbalón de la británica en cuanto al sentido que le quiere dar el disco pero con “Indies or Paradise”, recupera la oscuridad que viene manejando y que gusta. Entre los tracks destacados son “As a Man”, “Hunter”, “Alpha” y “Wish”, pues en ellos recupera ese post-punk mezclado con un poco de rock experimental pero sobre todo, a proto-punk, un género característico en los 60 agresivo, directo y en algunos momentos, muy, muy sensual. 

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Eminem – Kamikaze

Eminem liberó su décimo disco de estudio titulado Kamikaze. Sin previo aviso, sin promociones previas, sin un mensaje que diera un pista, Eminem sacó este nuevo material a menos de un año de la salida de REVIVAL, un álbum que dividió las opiniones de sus fanáticos y se inclinaron, en algunos casos, por una crítica no tan positiva.

Sin embargo, parece que Marshall está de regreso con este disco y sus 13 canciones, fueron producidas por Dr. Dre y el mismo Eminem. En su portada se puede ver un avión del ejército que en su parte trasera, se lee “FU-2”, un estilo muy similar al disco Licensed to Ill de los Beastie Boys salido en 1986. Además, cuenta con un par de colaboraciones llevadas por Joyner Lucas, Royce Da 5’9”, Jessie Reyez y su manager. También aparecen algunos sonidos en sus tracks de canciones ya conocidas como “Humble” de Kendrick Lamar, “I’m Bad” de L.L. Cool J y más. Un disco que promete -y mucho- y que en definitivamente mejora lo que hizo con su predecesor. El rapero está de regreso, solo esperamos que no pierda el camino como en sus discos anteriores.

Troye Sivan – Bloom

Medios como Pitchfork y NME lo han catalogado como “el descubrimiento de la homosexualidad”, pero ¿realmente esto tiene sentido? En realidad lo que debe de valorarse es el talento a la hora de componer, de interpretar y de generar un todo, un disco que los fans aprecien y que a su vez sirva para entender toda esa complejidad que involucra la creatividad. Troye Sivan tiene un disco en su historial y con Bloom, lanzado dos años después de su material debut, logra darle un poco de frescura a los ritmos que ya venía manejando que están entre el electropop y synth-pop. 

A sus apenas 23 años, este australiano va directo al grano, dice lo que piensa y no se detiene. Para hacerlo, hace uso de elementos como coros, distorsiones de voz, e incluso el arpa y un dueto con Ariana Grande, una de las artistas del momento que va más en el pop, pero que logra diversificar su voz y estilos conforme la situación lo requiere. Entre los puntos más altos que hay son “Seventeen”, “My My My!”, “Dance To This” y “Lucky Strike”, que a pesar de tener momentos bajos, logra con ese beat retomar los ritmos movidos e introspectivos. Troye Sivan está próximo a convertirse en el nuevo Sam Smith (y no nos referimos a la voz, sino al estilo de las composiciones). No hay que perderlo de vista.

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